El proceso de evaluación es uno de los elementos clave en la práctica docente que puede suponer un aspecto de transformación en el contexto educativo. Para este propósito, es importante tener en cuenta sus diferentes momentos y qué se espera en cada uno de ellos. El presente artículo tiene como objetivo conceptualizar el término de “evaluación” y presentar los diferentes tipos, centrándonos en la evaluación formativa y algunas herramientas que pueden ayudarnos en el proceso.
Palabras clave:
Evaluación, retroalimentación, aprendizaje, evaluación formativa.
The assessment process is one of the key elements in teaching practice that can lead to a transformative aspect in the educational context. For this purpose, it is important to consider its different stages and what is expected at each of them. This article aims to conceptualize the term “assessment” and introduce the different types, focusing on formative assessment and some tools that can assist us in the process.
Keywords:
Assessment, feedback, learning, formative assessment.
En el ámbito educativo, la evaluación se sitúa como un pilar fundamental que guía y potencia el proceso de aprendizaje. Más allá de ser una mera medición de conocimientos adquiridos, dicho proceso se presenta como una estupenda herramienta para analizar y valorar el progreso de los estudiantes, identificar sus fortalezas y áreas de mejora, y moldear estrategias pedagógicas a medida para progresar en sus aprendizajes.
La evaluación, en este contexto, no se limita a un evento aislado, sino que se convierte en un faro constante que guía el camino del aprendizaje. Al proporcionar una retroalimentación detallada y específica, no solo informa sobre el nivel de dominio de los objetivos didácticos, sino que también señala caminos para el crecimiento y la superación de desafíos.
En este sentido, podemos encontrarnos ante diferentes tipos de evaluación que influirán en el modo en el que lo llevemos a la práctica (Sanmartí, 2020): nos referimos a la evaluación como estrategia para medir, regular, calificar, orientar…etc que se encuentran enmarcadas en distintos tipos: diagnóstica, formativa, formadora, sumativa, acreditativa…etc.
En definitiva, la evaluación debería responder a tres cuestiones determinantes: ¿qué evaluamos?, ¿cómo evaluamos? y ¿para qué evaluamos? Dicho proceso requiere de una reflexión, planificación y toma de decisiones posteriores que han de conducirnos a que el proceso de evaluación sea exitoso cuando refleja un ejemplo más de enseñanza y aprendizaje y que ofrezca diferentes momentos para obtener las siguientes respuestas (Anijovich, 2017):
Para distinguir entre evaluación y calificación, es necesario contextualizar estos dos términos que, aunque están relacionados, poseen implicaciones diferenciadas. La evaluación y la calificación comparten una conexión conceptual, pero cada una tiene sus matices y finalidades específicas.
En términos concisos, la evaluación se refiere al proceso de emitir juicios sobre individuos, organizaciones o elementos en relación con objetivos, criterios o estándares establecidos. Este proceso está intrínsecamente ligado a la toma de decisiones. Cuando se aplica a los estudiantes, implica emitir valoraciones sobre su desempeño o comportamiento en función de criterios previamente definidos, especialmente en términos de aprendizaje.
En esencia, la evaluación es un proceso que se lleva a cabo de acuerdo con criterios prescriptivos del currículo, los criterios de evaluación, para juzgar el desempeño del estudiante en relación con dichos criterios, y actuar en consecuencia, tomando decisiones en base a estos resultados.
Por último, la calificación implica asignar una etiqueta o valor a la ejecución, logros o comportamiento de un individuo o grupo, utilizando escalas y valores específicamente determinados.
Para resumir, es importante subrayar que evaluar es un proceso más amplio que calificar, ya que está intrínsecamente involucrado en esta última acción.
Las principales diferencias entre evaluar y calificar se pueden resumir en los siguientes puntos:
La evaluación auténtica es una forma de evaluar el aprendizaje que se diferencia de la evaluación tradicional. En lugar de enfocarse en pruebas estandarizadas, se basa en situaciones reales y concretas. Es como poner a prueba lo que realmente sabes hacer en un contexto parecido a la vida real. Por ejemplo, en lugar de responder preguntas teóricas, podrías tener que resolver problemas o tomar decisiones basadas en situaciones del mundo real. Esto se alinea con la idea de evaluar no solo lo que sabes, sino cómo puedes aplicarlo en situaciones prácticas.
Cuando diseñamos una forma de evaluar, es esencial pensar en qué queremos medir para determinar el nivel de conocimiento alcanzado por los estudiantes. Por lo tanto, las actividades de evaluación nos proporcionan diferentes tipos de pruebas: respuestas a preguntas, desempeños en tareas o incluso productos finales.
Para evaluar el aprendizaje, es importante que los criterios estén claramente definidos y relacionados con los objetivos, competencias específicas y saberes básicos de la materia o área en cuestión. Estos criterios sirven como guía para evaluar el progreso del estudiante.
Una evaluación efectiva garantiza que las actividades de evaluación reflejen y midan los objetivos de aprendizaje establecidos en la unidad de programación. A su vez, estos objetivos guiarán el diseño de los instrumentos de evaluación en el contexto de estas actividades
La evaluación formativa representa una faceta esencial en el ámbito educativo, distinguiéndose por su enfoque dinámico y orientado al aprendizaje continuo. A diferencia de la evaluación sumativa, que busca medir el rendimiento al final de un periodo determinado, la evaluación formativa se integra de manera intrínseca en el proceso de enseñanza y aprendizaje.
Su objetivo primordial no es solo medir el conocimiento adquirido, sino proporcionar a estudiantes y educadores retroalimentación valiosa y específica que guíe y potencie el progreso individual. En este sentido, la evaluación formativa se erige como un faro constante que ayuda al camino del aprendizaje, permitiendo ajustes y mejoras continuas en el proceso de aprendizaje de cada estudiante.
Destacamos la definición de evaluación formativa que Morales y Fernández (2022) nos ofrecen sobre la esencia de ese proceso: “...dicha evaluación condiciona los siguientes pasos que ocurren en la propia aula y en el proceso de aprendizaje”. Los autores se centran en la importancia del proceso de aprendizaje en el que deberemos planificar momentos para evaluar, analizar y tomar decisiones sobre los siguientes pasos a dar. Junto a lo anterior, proponen: