Diversos factores influyen en la adquisición del lenguaje del infante y, entre ellos, los factores ambientales, es decir, el contexto sociocultural. Así, influenciado por la familia, la escuela y los iguales, el infante desarrollará de una manera u otra su lenguaje pero también su pensamiento, e irá construyendo la imagen de sí mismo, de los demás y de la realidad en la que vive. Se irá formando su opinión de cada aspecto de la realidad según se lo muestren los adultos y la sociedad, por ello es tan importante educarlos en el respeto, la tolerancia, la superación, la resiliencia, la autoestima y el amor, entre muchos otros valores. Debemos validar sus emociones, evitando los tabúes, darles confianza para que expresen sus sentimientos poniéndoles nombre y ofrecerles las herramientas para superarlos. A través de los cuentos podemos hacer posible que los infantes entiendan su mundo y dar respuesta a sus inquietudes.
Palabras clave:
Educación, desarrollo, lenguaje, tabúes, cuentos
Various factors that influence the infant's language acquisition and, among them, environmental factors, that is, the sociocultural context. Thus, influenced by family, school and peers, the infant will develop in one way or another his language but also his thought, and will build the image of himself, of others and of the reality in which he lives. Their opinion of each aspect of reality will be formed as adults and society show it to them, which is why it is so important to educate them in respect, tolerance, self-improvement, resilience, self-esteem and love, among many other values. . We must validate their emotions, avoiding taboos, giving them confidence to express their feelings by giving them a name and offering them the tools to overcome them. Through stories we can make it possible for infants to understand their world and respond to their concerns.
Keywords:
Education, development, language, taboos, stories
¿Nos imaginamos un mundo sin lenguaje? ¿Podríamos vivir sin comunicarnos?
Seguramente la respuesta a estas dos preguntas es “no”; de ahí su grandísima importancia.
El lenguaje es esencial para la vida, para poder comunicarnos y vivir en sociedad. Venimos programados genéticamente para desarrollar el lenguaje, pero debemos tener en cuenta que este se desarrolle correctamente. Esto depende, en gran medida, del entorno y, tanto la familia como los educadores tienen una gran responsabilidad en su buen desarrollo.
Desde el punto de vista antropológico, el lenguaje es la habilidad que nos hace humanos. Ninguna otra especie animal ha conseguido desarrollar un lenguaje como el ser humano, si bien algunas especies si gozan de sistemas de comunicación. “El lenguaje es una de las capacidades más complejas en el ser humano: traduce pensamiento, emociones, lógica. Ocurre a partir de experiencias sensoriales (auditivas, visuales, táctiles, propioceptivas, vestibulares y emocionales) de desarrollo muy precoz”, tal y como apunta la neuróloga Lorena Pizarro Ríos.
La Real Academia de la Lengua Española (RAE) define el lenguaje como “facultad del ser humano de expresarse y comunicarse con los demás a través del sonido articulado o de otros sistemas de signos”.
Así pues, el lenguaje tendrá las siguientes funciones: primero, ser un excelente instrumento de comunicación; segundo, insertar al infante en un entorno cultural; y, tercero, ser un regulador de los procesos mentales.
Existen diferentes tipos de lenguaje que permiten transmitir información entre los seres humanos mediante diferentes habilidades: el lenguaje oral mediante el habla, el lenguaje escrito que produce textos, el lenguaje mímico que gesticula pensamientos y emociones y el lenguaje pictórico que desarrolla expresiones gráficas.
Si bien es importante la estimulación cognitiva, es mucho más efectiva cuando se acompaña de un vínculo cariñoso y comprensivo con la familia.
Muchos doctores señalan que este vínculo afectivo ayuda a captar la atención del infante en las cosas importantes, además, permite un cambio en la bioquímica del cerebro infantil, segregando los neurotransmisores que facilitan el aprendizaje y la memorización.
Tanto la maduración neurofisiológica y psíquica como el contexto sociocultural intervienen en el proceso de adquisición del lenguaje. Así, la maduración neurofisiológica es necesaria para la maduración del sistema nervioso central del cerebro, del aparato fonatorio y de contracciones musculares implicadas en la producción de sonidos. A nivel psíquico es necesaria la aparición de la función simbólica (estructura cognitiva). Sus manifestaciones son la observación, la imitación como modelo, el juego, el dibujo, la representación mental y la evocación. Cuanto más trabajados estén estos aspectos mayor desarrollo del lenguaje se producirá.
En el contexto sociocultural, es fundamental la estimulación verbal que recibe el infante en su ambiente natural, en su familia, así como con otras personas, adultos e infantes, como sucede en la escuela.
Los factores ambientales indican que, si el ambiente es favorable, el infante progresa en un correcto desarrollo y evolución del lenguaje y, los factores sociales destacan que en función de con quién se relacione el infante aprenderá de una manera u otra. Si el infante está siempre entre adultos, tendrá un lenguaje de adultos; si está más con iguales, su lenguaje será más adecuado a su edad, más significativo para él y, por tanto, el progreso será más favorable.
Dada la importancia de este último apartado que acabamos de ver, a continuación, nos centraremos en la influencia sobre el lenguaje de los diferentes grupos sociales con los que se relaciona el infante.
Como hemos mencionado anteriormente, diversos factores influyen en el desarrollo del lenguaje, y por supuesto, en otros ámbitos del desarrollo del infante. Centrándonos en los factores ambientales, describiremos a continuación, el proceso de adquisición del lenguaje en el ambiente familiar, en la escuela y con sus iguales.
Varios autores manifiestan que el modo de hablar del adulto en la comunicación temprana incide de modo importante en la adquisición y evolución del lenguaje.
Los bebés no emiten palabras comprensibles hasta después del primer año de vida, sin embargo, comprenden bastante desde el primer mes. Por ello, la familia debe conocer la importancia de hablarles durante este periodo, a pesar de que no reciban respuestas verbales, pero sí recibirán feedback a través de balbuceos y gestos.
Los adultos cumplen un papel fundamental en las primeras experiencias evocativas de los infantes, siendo quienes proporcionan la mayor parte de los modelos de la estructura y del contenido de la narración. Sin la ayuda adulta es difícil que los infantes de 3 años sean capaces de producir una narración organizada y completa de una actividad rutinaria porque aún no tienen desarrollado el esquema del recuerdo, necesitando a estas edades que les hagan preguntas. Hacia los 5 años ya serán capaces de contar historias sin el apoyo del adulto, pues que ya tienen cierto desarrollo del esquema del recuerdo para poder recordar una mayor cantidad de estructuras narrativas y lingüísticas.
De aquí se deduce la gran importancia de la influencia familiar en la adquisición y desarrollo posterior de lenguaje, por lo que es de suma importancia que los modelos proporcionados sean correctos. Es importante:
Bien es sabido por los profesionales de la enseñanza que el lenguaje en su faceta tanto comprensiva como expresiva es un requisito básico para obtener éxito en el aprendizaje y la convivencia escolar.
El primer contacto del infante con la escuela es en la etapa de Educación Infantil, así un objetivo de esta será desarrollar la capacidad de comunicación del mismo, para lo que habrá que facilitarle la comprensión y expresión de todo tipo de lenguajes, tales como la expresión corporal, la plástica, la musical y las tecnologías de la información y la comunicación (TIC) que utilizan códigos no verbales.
Además, los profesionales de la educación deben tener muy presente el gran modelo lingüístico que son para los infantes, tanto en la comunicación verbal como no verbal, y dentro de esta última sobre todo en lo referido a nuestra expresión corporal. Este es el llamado currículo oculto, que es un conjunto de actitudes, normas y valores que de una manera implícita están presentes y conforman el microclima escolar.
Por tanto, los educadores deben prestar especial atención al uso de su lenguaje oral, por ejemplo, en lo referido a las diferencias de género, evitando así un lenguaje estereotipado unido a pensamientos u opiniones personales; siendo este claro, sencillo y no discriminatorio, respetando la individualidad de cada infante.
La manera en la que los adultos se dirijan a los infantes sentará las bases de la relación con los mismos. En el aula se debe crear un clima de respeto, seguridad y confianza para que los infantes se sientan libres de expresarse y comunicarse de todas las maneras posibles; y, tanto la comunicación oral como las expresiones no verbales de los adultos, son decisivas en ello.
La escuela es también el marco donde algunas dificultades del lenguaje son detectadas y, junto con el logopeda, harán un plan de actuación en el cual tendrá especial importancia el trabajo de la familia.
Los pares juegan un papel importante en las vidas de los infantes mucho antes de lo que nos pudiéramos siquiera imaginar. Si bien hasta hace poco tiempo se creía que las relaciones entre iguales comenzaban a ser importantes en los primeros años de la enseñanza básica y la adolescencia, ahora se pone especial atención en las que se producen a muy temprana edad, en guarderías y escuelas infantiles. Los bebés empiezan a comunicarse muy pronto con los demás mediante sonrisas, tacto o balbuceos. Esta predisposición natural les ayudará a jugar con los demás, lo que es esencial en su desarrollo porque marca el comienzo de la socialización temprana.
Se considera que la interacción social asienta las formas en las que los infantes aprenden. Todos los infantes se benefician de socializar tanto con compañeros de la misma edad como con mayores, siendo estos últimos un modelo a imitar. La evidencia también indica que los infantes aprenden a responder a situaciones sociales en entornos sociales.
El desarrollo del lenguaje y la adquisición de un vocabulario más amplio y maduro permiten al infante el desarrollo de un nivel más reflexivo de empatía. Por lo tanto, la respuesta empática va a ir creciendo a lo largo de los años escolares. La comprensión de los infantes más mayores de una amplia serie de emociones y la habilidad de tomar en cuenta múltiples estímulos a la hora de valorar los sentimientos de otros, contribuyen a este cambio.
Los resultados de algunas investigaciones muestran que las relaciones entre el alumnado pueden llegar a incidir de forma decisiva en la consecución de determinadas metas educativas y sobre determinados aspectos de su desarrollo cognitivo, afectivo y social.
Los infantes tienen un deseo continuo de interactuar con sus iguales: hablar, jugar, reírse, tocarse… en definitiva, de comunicarse. Si observamos el patio de un colegio o un parque, los infantes cuentan historias a otros infantes (ya sean reales o inventadas), establecen normas, discuten, proponen sus puntos de vista y pueden llegar a acuerdos, usando tanto el lenguaje verbal como el no verbal.
Las relaciones entre hermanos y hermanas juegan una parte importante en el desarrollo social de los infantes. Los infantes con hermanos o hermanas cuentan con muchas oportunidades para practicar sus habilidades sociales en un ambiente íntimo y seguro, aprendiendo a entender lo que otros piensan, quieren y sienten.
La dramaturga Lola Fernández de Sevilla explica que “un tema tabú es aquello de lo que cuesta hablar; un tema que cuesta verbalizar, que genera conflicto en su formulación” y añade que “existe un miedo muy fuerte a no asustar, a no traumatizar, que en el fondo es un temor de las personas adultas a encarar qué clase de mundo tenemos, construimos y, en definitiva, vamos a legar».
Algunas familias, a veces, parece que quieren evitarles a sus hijos e hijas cualquier tipo de emoción o sensación desagradables. Pero temas como la muerte, el sexo y las emociones desagradables son parte de la vida. Las voces expertas son claras al respecto ya que nos aconsejan que estos temas deben ser tratados. El enfoque que se les dé es lo que va a marcar la diferencia en la vivencia del mismo.
En palabras de Mar Romera, docente, pedagoga, psicopedagoga y especialista en inteligencia emocional: “Gracias a la neurociencia sabemos que no hay emociones buenas ni malas, lo más que podemos decir es que hay emociones agradables y desagradables”. Por tanto, es necesario vivirlas todas. Mar nos insta a “entrenar todas las plataformas emocionales y quitar de nuestra vida la intencionalidad de que queremos la felicidad para nuestros hijos”, porque “la felicidad es el sentimiento que se ancla en la emoción de la alegría, que viene de la dopamina. La dopamina crea adicción y a veces la buscamos fuera cuando ya no tengo la capacidad de entrenarla desde dentro”.
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Enseñar a nuestros hijos e hijas a decir las cosas por su nombre implica el promover en ellos y ellas la necesidad de designar con acierto sus emociones y traducir en palabras lo que sienten, qué necesitan y qué les preocupa. Por tanto, las emociones y su expresión no deberían ser un tabú.
Todo lo expuesto nos indica que cuantas menos cosas en la sombra tenga el infante, más seguridades para su mente.
Pero, para muchas familias estas situaciones pueden resultar momentos de agobio por no saber cómo afrontarlo o si lo están haciendo bien, referido a si deberían darle la información que pide según la edad en la que ocurra.
La primera premisa a tener en cuenta es que las preguntas se responderán según el alcance de su nivel madurativo. Nunca se negará una respuesta, pero antes se pensará bien. Una negativa o silencio prolongado puede ser traumatizante y le hará perder la confianza y sentirse defraudado. Por ello, es decisivo un clima de seguridad en la familia y una educación más personalizada que nunca.
Contestar siempre la verdad adecuándola a su edad, utilizando un vocabulario claro y adecuado, no utilizando metáforas o eufemismos para ello ya que esto puede crear en los infantes dudas, falsas expectativas e incertidumbre. No dar explicaciones demasiado largas ni complejas, que sean respuestas claras a la pregunta. Aprovechar determinadas situaciones para plantear la información con naturalidad para evitar miedo y prohibición, pedir consejo a un profesional si así lo considera necesario (puede consultarlo con el docente de su hijo o hija o consultar en Internet web o blog sobre crianza como https://www.criarconsentidocomun.com/, entre otras).
A partir de los tres años los infantes preguntan constantemente sobre todo lo que les rodea. Es la etapa del porqué, importante para su evolución. Los infantes de esta edad empiezan a preguntar por todo lo que les rodea, desde lo más abstracto a lo muy concreto: ¿por qué el agua moja?, ¿por qué se muere la gente?, ¿por qué ese señor está gordo?… Todo les suscita una gran curiosidad y, por lo general, una pregunta suele llevar a otra.
En esta etapa el infante está empezando a descubrir su fascinante mundo exterior y a interactuar con él y es lógico y saludable que quiera conocer cuál es el origen de cada cosa que va conociendo y que no siempre entiende. Todos estos porqués permiten no sólo que el pequeño adquiera nuevos conocimientos, sino que desarrolle su capacidad de razonar y su espíritu crítico. A medida que crece, irá completando las preguntas con el cómo, cuándo, dónde, etcétera.
Actualmente, los temas tabúes más comunes son las emociones, la muerte, la sexualidad (incluyendo el origen de los bebés) y los diferentes tipos de familias y de culturas.
La empatía resultará fundamental para abordar estos temas. Dedicándoles tiempo y atención, mostrándose abierto y dispuesto a escuchar sin prejuicios. La clave está en contextualizar en lugar de prohibir.
A continuación, abordaremos más específicamente cada uno de estos temas.
Aspecto de mucha importancia en nuestro ser, pues somos emociones, no las podemos separar del lenguaje, del pensamiento ni de las acciones. Por ellas nos regimos, por ellas decidimos y por ellas nos equivocamos o acertamos. Así que la importancia de las mismas es máxima.
Pero… gestionarlas es una acción que nos cuesta, expresarlas aún más, ponerles nombre nos bloquea y validarlas en nosotros mismos y en los demás es un proceso superior que requiere haber superado la gestión y la expresión de las mismas.
Algo que suele ocurrir con mucha frecuencia es decirles a los infantes varones aquello de “los infantes no lloran”, “¿es que eres una niña llorando así?”, y tanto a infantes como a niñas les decimos frases como “¿pero por qué tienes miedo si no hay nada?”, “¡qué miedica!”… y además añadiendo un tono jocoso que poco ayuda a la validación de esa emoción y a hacer sentir bien al infante, sino todo lo contrario.
Y así, poco a poco y casi sin darnos cuenta, moldeamos un carácter donde los infantes se sienten incapaces de expresar determinadas cosas, intentando disimular sus miedos y esconder sus necesidades.
El miedo existe, la rabia también tiene forma, la tristeza también tiene nombre. Por tanto, el que ayudemos a nuestros hijos e hijas a decir con claridad “tengo miedo porque en el cole hay un niño que me pega”, puede hacer que podamos ayudarlo de forma temprana a prevenir muchos problemas y a dar al mundo chicos y chicas más hábiles en Inteligencia Emocional.
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Los niños y niñas tan pequeños no entienden aún por qué se van los demás, es decir, por qué las personas se mueren, no entienden que existan enfermedades o que simplemente de un día para otro un corazón se pare.
Se les debe inculcar valores de amor, cariño, esperanza, tranquilidad, etc. Hay que hacerles ver que la muerte es parte de la vida y que esas personas que se fueron siempre estarán con ellos cuando las recuerden, porque guardan su memoria y su recuerdo en sus corazones.
Mentir sobre temas tan importantes solo puede confundirlos e incluso herirles o enfadarles cuando sepan la verdad. No debemos decir que el abuelo se ha ido de viaje a un lugar lejano o que la perrita se ha ido a buscar novio; de esta manera no les estamos permitiendo vivir la realidad tal y como es, ni sentir la emoción de tristeza, melancolía, pena, miedo, rabia… o la que necesiten vivir.
En nuestra sociedad la sexualidad es uno de los tabúes más cimentados a lo largo del tiempo.
Nuestras experiencias personales, nuestra historia, la forma en que fuimos criados, nuestra identidad de género y nuestra orientación sexual, nos marcan e influyen sobre la manera de abordar cuestiones referidas a la sexualidad.
Por eso, a veces será necesario revisar cómo hablamos de ella para poder educar de manera más respetuosa e inclusiva. Ese proceso nos insta a preguntarnos sobre nuestras certezas y creencias, lo cual puede resultar muy enriquecedor.
Por otro lado, hablar de sexualidad es más que hablar de enfermedades y embarazo. El consentimiento, el respeto, el placer, la violencia, el estigma, la discriminación por género, orientación sexual y mandatos frente a los cuerpos, tienen que ser temas igual de importantes.
En primer lugar, haciendo referencia al lenguaje utilizado, es muy frecuente, desde el nacimiento, que los familiares “maquillen” el vocabulario para referirse a los órganos sexuales, en la mayoría de los casos por pudor y por pensar que el infante es muy pequeño para hablarle con un lenguaje tan claro. Más que claro diremos que es un lenguaje real. Por tanto, si un ojo es un ojo, una mano es una mano, entonces, un pene es un pene y no una colita; y una vagina es una vagina y no eso que “no se toca con las manos”. Como ya hemos comentado, llamar a las cosas por su nombre y explicar determinadas cosas a los infantes desde el principio les servirá de ayuda en su crecimiento y en sus tareas de auto-cuidado. No hay nada malo, por ejemplo, en explicarles que los órganos sexuales no se tocan con las manos sucias.
Sobre los 2 – 3 años, los infantes suelen empezar a explorarse sus partes íntimas incluidos sus genitales, y experimentar distintas sensaciones al hacerlo y esto es necesario para construir su propia identidad.
En este aspecto se les debe enseñar a identificar momentos de intimidad y establecer pautas de cuidado personal enseñándoles a diferenciar lo que lastima al propio cuerpo y al de los demás y lo que le hace bien, e incluso, orientarles en la prevención de abusos ejercitando la capacidad de discernir entre contactos adecuados e inadecuados, secretos que se pueden guardar y que no.
En este tema debemos tener especial consideración a aspectos como la construcción de los roles de género. Se deben tener muy presentes los modelos que sirven de base a los infantes ya que, debido a su propia imitación, utilizan estos ejemplos a la hora de adoptar determinadas conductas y roles que se esperan de ellos. Así, desde el nacimiento, se suele estimular a los infantes con la decoración de la habitación (diferenciando el color rosa para las niñas y el azul para los niños), los juguetes, los juegos… Según las percepciones también se observan diferencias considerando al niño fuerte y a la niña delicada. Respecto al lenguaje, se observan diferencias en el lenguaje oral y gestual según si el adulto se dirige a una niña o a un niño, utilizando para las niñas el diminutivo (chiquitita, pequeñita, bonita…) y para los niños usando adjetivos que refuerzan la conducta viril (tragoncete, machote). Por lo que, en este sentido, será importante asegurar la igualdad de oportunidades no haciendo diferencias de ningún tipo entre sexos. Es importante que los infantes puedan reconocer que todos somos diferentes, incluidos nuestros cuerpos, que cada uno crece de forma distinta, según sus tiempos, y debe respetarse como es. De este modo se formarán personas más tolerantes.
Dentro de este tema, hay un aspecto que los infantes se preguntan desde edades muy tempranas y ese es de dónde vienen los bebés. En la línea de lo ya mencionado, deberíamos explicarles de manera clara y natural, eliminando el mito de que a los bebés los trae la cigüeña, o que papá plantó una semilla dentro de mamá, principalmente porque es algo ficticio, una mentira, y, por lo tanto, nos resultará difícil de justificar más adelante. Además, también consideramos que hay que enseñarles que no todos los bebés nacen de su mamá, sino que también muchas familias no pueden tener hijos y los adoptan de otras familias que no pueden cuidarlos, tratando los conceptos de madre/padre/hijo biológicos y madre/padre/hijos adoptivos. Este aspecto está relacionado con el siguiente tema tabú que vamos a abordar.
Hace unos años, la mayoría de las familias se formaban por la mamá, el papá y el niño o niña y sus hermanos si los tuviera. Actualmente, hay una gran diversidad debido también a los cambios producidos en nuestra sociedad. Así podemos ver infantes con dos madres, o dos padres, o con uno de estos referentes solamente, un infante criado por sus abuelos o infantes adoptados.
Es muy importante que los infantes sean conscientes de esta realidad y ayudarles también a ver que todos somos iguales, y que todas las familias tienen algo en común: ellos son quienes nos cuidan, nos protegen y nos quieren tal y como somos.
Igual ocurre con la diversidad cultural, hoy en día, vivimos en una sociedad multicultural donde convivimos con personas de otras culturas, con diferentes tipos de familias, religiones y costumbres.
Ser conscientes de toda esta diversidad, fomentando la tolerancia, la igualdad, la riqueza de un mundo diverso del cual aprender desde el afecto y la comprensión; son valores que harán que su camino desde pequeños hacia la vida adulta sea un camino lleno de respeto y de amor.
En la literatura podemos encontrar obras infantiles que tratan los temas tabúes a los que nos hemos referido, adecuadas para que los infantes puedan verse identificados y reflejados y les sea más fácil reflexionar sobre el tema propuesto. Utilizar la literatura infantil como recurso para la adquisición y normalización de conceptos tan complicados o delicados de abordar, facilitará la tarea al trasladarla a un ambiente más familiar y cercano.
Además, los cuentos son un recurso fantástico para ayudarlos en el desarrollo tanto de su lenguaje, como de su expresión, de su comprensión, de su imaginación...
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¿Qué hay que saber sobre los cuentos infantiles?
En primer lugar, los cuentos deben estar a su disposición y a su alcance y deben despertar su curiosidad y estar adaptados a su edad. Que incluyan imágenes reales de objetos cotidianos como de alimentos o animales en mayor cantidad que texto llamará la atención de los más pequeños. Poco a poco, se incluirá más texto, que pasará de ser leído por los cuidadores a ser leído de forma conjunta y finalmente por los infantes de forma autónoma.
En segundo lugar, los adultos más influyentes en el infante (familia y educadores) deben anticipar y mostrar interés por la actividad. Crear de ese momento un momento único y especial. Que cada cuento sea una sorpresa y todo vaya de la mano del juego.
Respecto a los temas tabúes en la literatura infantil y juvenil, como ya hemos comentado, muchos especialistas consultados expresan que el foco hay que ponerlo en cómo se tratan los temas que puedan inquietar a los lectores o interpelar a sus familias.
Para Antonio Santa Ana, prolífico escritor, músico y editor ligado siempre a la infancia, el asunto es sencillo: "No hay demasiado que argumentar… No existen temas prohibidos, existen formas de tratarlos teniendo en cuenta las limitaciones que poseen los géneros”.
Frers puntualizó: "No es el tema, es la forma de encararlo; la propuesta que se le hace al lector sobre el tema".
Se constata que no es el contenido lo que limita el abordaje de un tema, sino la forma en la que se presenta.
A continuación, se mencionan algunos títulos que abordan las temáticas especificadas en el apartado anterior, en una apuesta clara por invitarnos a revisar los tópicos y afrontar los tabúes sin ofender, entreteniendo y haciendo excelentes libros para niños, niñas y jóvenes.
Sobre las emociones:
Sobre la muerte:
Sobre la sexualidad:
Sobre los estereotipos, violencia de género:
Sobre diversidad familiar y cultural:
Merecida reseña merece Sara C. Bryant, que nos enseña que “los relatos proporcionan al infante la necesidad de algo que decir, el urgente deseo de decirlo y la libertad de decirlo”.
Conclusión
Un tabú es un límite en el aprendizaje, una señal de prohibido en el camino de investigación sobre el mundo que los infantes ejercen de forma natural y legítima. Son también sombras que nos asustan y debilitan, dificultando el desarrollo emocional y social de los más pequeños.
Abrirse a explorar estos temas con herramientas adecuadas, con el acompañamiento preciso y con la seguridad y fortaleza que todo infante tiene de forma innata es plantar las bases para una sociedad que crece y mejora, desde los adultos hacia la infancia y a través de ella, acompañándola.
REFERENCIAS
Libros:
Links: