El siguiente artículo trata de concienciar a los futuros docentes sobre posibles propuestas para organizar el espacio de trabajo con el fin de favorecer el aprendizaje de nuestros alumnos y alumnas, siguiendo la propuesta del sociólogo Mariano Fernández Enguita. Esta idea de cambiar la forma de enseñar surge de la indignación, pues las aulas siguen ancladas al pasado donde se ignora todo lo que está fuera de la escuela y el alumnado acepta un modelo de enseñanza sin cuestionarlo y luego se reproduce; sin embargo no hay ninguna investigación que explique por qué los estudiantes tiene que estar alineados frente al profesor ni por qué hay que guardar silencio durante 45 minutos, añade Fernández Enguita. Ahora es tiempo de cambiar y reflexionar sobre un posible cambio en el ámbito educativo, pues hay que recuperar todas las fuentes de donde se puede extraer información ya que el maestro ya no es el que alimenta de contenidos.
Palabras clave
Hiperuala, movilidad, innovación
The following article treat to educate future teachers about possible desing to organize the workspace to benefit the learning of our students, following the proporsal Mariano Fernández Enguita. This idea of changing the way of teaching appears of the indignation because the classrooms are still anchored to the past, where everything that is outside of school is ignored and students accept the education method and then they reproduced it. However, there is not research that explains why students have to be aligned in front of the teacher or why have to be silent for 45 minutes, adds Fernández Enguita. Now is the time to change in the way of teaching, since we must recover all the sources from which information can be extracted since the teacher is not longer the one who feeds the content.
Keywords
Classroom, mobility, innovation
1. El aula congelada en el tiempo
Si nos paramos a pensar, la estructura del aula convencional ha cambiado muy poco desde su diseño por jesuitas, escolapios y lasalleanos en el siglo XVII (Fernández Enguita, 2018). Hasta entonces la enseñanza se ha transmitido en aulas apiladas donde encontramos pupitres alineados, una pizarra en el frente y una tarima elevada para que solo el profesional pueda transmitir la información al alumnado.
Tal y como afirma Gairín Sallán (1995, citado en Laorden y Pérez, 2002) el espacio escolar debe ser un elemento más de la actividad docente y, por tanto, es necesario estructurarlo y organizarlo adecuadamente, ya que puede facilitar o dificultar la consecución de los objetivos, contenidos, actitudes, valores…que los centros se propongan. Desde esta perspectiva, el espacio se convierte en factor didáctico que nos ayuda a definir la situación de enseñanza-aprendizaje y favorece el desarrollo de todas las capacidades de nuestro alumnado.
Para que el alumnado pueda desarrollar al máximo todas sus capacidades, el aula debe ser flexible y adaptarse a las necesidades del grupo-clase y no aferrase a una estructura homogénea. Montessori reunía a niños y niñas de distintas edades en aulas espaciosas, reconfigurables, en las que ellos y el mobiliario, a su escala, podían moverse en todo momento (Montessori, 1986, citado en Fernández Enguita, 2013).
La distribución de las aulas, la disposición del mobiliario, los colores y contar con las herramientas necesarias son aspectos fundamentales para poder desarrollar con éxito la labor docente. En la actualidad, la sociedad cambia a pasos agigantados, por eso se debe ofrecer espacios acordes a ella para poder realizar todas las funciones oportunas.
Este nuevo concepto de hiperaula liderado por el catedrático Mariano Fernández Enguita se ha incorporado a la educación con el propósito de que los futuros docentes aprendan a integrar la tecnología en los procesos de enseñanza-aprendizaje de manera natural (Hernández, 2019).
Dicho concepto busca romper la vieja estructura de aula que se viene arrastrando desde el siglo XVII, donde todos los alumnos/as miran hacia una misma dirección esperando la lección del docente y con el tiempo fragmentado en horas (Fernández Enguita, 2018). La característica más obvia de la hiperaula no son sus dimensiones ni la idea de unir a dos o más grupos, sino que hay que reordenarlo, flexibilizarlo, adaptarlo a su uso en grupo o individual, llenar el espacio de movilidad y alegrarlo. Este nuevo espacio ha recibido el nombre de hiperaula, no solo por el espacio, sino porque cuenta con el apoyo de marcas como HP, Microsoft o Intel con lo último en diferentes tecnologías aplicadas a la educación. Además, esta aula cuenta con diferentes espacios de trabajo en los que el alumnado podrá experimentar y aprender de una forma más innovadora y motivadora; también dispone de un mobiliario móvil, menudo a distintas alturas y con elevada tolerancia para la movilidad, lo que permite aprender sin estar atados a un diseño homogeneizador.
Esta nueva propuesta de organización del espacio ha de ir acompañada de un cambio de metodologías pedagógicas de los docentes. “El profesor ya no está solo sino que es parte de un equipo de dos, tres, cuatro o más profesores que comparten espacio y grupo, preparan la docencia en colaboración, se reparten las tareas, combinan y simultanean la atención colectiva e individual, aprenden los unos de los otros, pueden combinar especialidades distintas y fortalezas complementarias, se benefician de una actividad más acompañada y relajada, etc.” explica Fernández Enguita (2018). Es esencial que se deje de lado la reproducción del libro de texto y se opte por el trabajo autónomo, colaborativo y en red.
El aula convencional con el alumnado en sus pupitres y el profesor o profesora transmitiendo la lección, el calendario fragmentado y siguiendo las características del programa del libro de texto significa congelar el aprendizaje. Este método, fue una solución para un mundo que ya no existe y es ya un problema para el que existe, y más aún para el que viene. Pero esto no es el final de la escuela si sabe reinventarse (Enguita, 2018).
Esta nueva propuesta permite no basarse en un aprendizaje fragmentado por asignaturas sino que deja paso a un aprendizaje multidisciplinar e interdisciplinar utilizando estrategias como el trabajo por proyectos, el trabajo colaborativo o el aprendizaje por retos, entre otros, con los cuales los estudiantes trabajan de manera activa, planean, implementan y evalúan proyectos que tienen aplicación en el mundo real más allá del aula de clase (Martí; Heydrich; Rojas; Hernández, 2010).
Las metodologías de enseñanza inductiva consisten en pedir a los alumnos que hagan cosas con los conocimientos antes de que sean explicados. Para ello, se plantean situaciones concretas, en las que deben encontrar por si mismos una explicación, una respuesta, una solución. A partir de ese proceso de respuesta al reto, los alumnos perciben la necesidad de información, tratan de obtenerla por sus propios medios y llegan a la propuesta de soluciones (Prieto; Díaz; Santiago, 2014).
El objetivo es que a partir de situaciones concretas los alumnos realicen un proceso de inducción que les lleve a indagar y descubrir sobre principios, conceptos, teorías y leyes esenciales que queremos que aprendan. De esta manera se logra una comprensión profunda, relacionada y aplicada de los conocimientos a aprender; además de lograr aumentar el porcentaje de alumnos que se implican e invierten tiempo y trabajo en su aprendizaje consiguiendo experiencias de aprendizaje significativo y permanente (Prieto; Díaz; Santiago, 2014).
Por otro lado, este tipo de metodologías tienen sus inconvenientes como otras muchas, pues con la manera inductiva se necesita más tiempo para descubrir el temario que ofreciendo clases magistrales, también requieren que los ratios de alumnos por profesor sean menores; sin embargo, el principal inconveniente de las metodologías inductivas es que se requiere un mayor trabajo por parte de los profesores y de los alumnos, además el alumnado puede quedar bloqueado ocasionalmente ante posibles dificultades, siendo incapaz de salir de esa situación por sí mismo. Este problema se puede solventar de tres maneras: la primera seria adecuando la dificultad de los retos al nivel de los alumnos; la segunda permitiéndoles trabajar en grupo, lo que unos alumnos pueden ayudar a otros a superar las situaciones de bloqueo; y la tercera, que el profesor sea capaz de detectar y ayudar a resolver esos posibles bloqueos (Prieto; Díaz; Santiago, 2014).
Por el contrario, las metodologías inductivas tienen ventajas muy positivas, ya que hay una mayor conexión del aprendizaje con el mundo real; el alumnado está más animado y activo y les exige realizar tareas mentales de alto nivel, que serán aprendidas con mayor eficacia. De este modo, los alumnos deciden sus objetivos de aprendizaje, sintetizan los conceptos más importantes y los usan para resolver situaciones reales que podrán encontrarse en el futuro. De esta manera desarrollan su independencia como aprendices al tener que decidir qué es lo que necesitan aprender para resolverlo y, finalmente crear una solución que deberán comunicar al resto de sus compañeros (Prieto; Díaz; Santiago, 2014).
Una hiperaula se define como un espacio abierto donde no existen jerarquías y todo es adaptable y modular, es decir, está pensado para la colaboración entre los profesores y los futuros docentes. Este nuevo espacio recoge todas las formas posibles de aprender y enseñar. Sin embargo, para poder crear una hiperaula se deben tener en cuenta una serie de características, como las siguientes:
Conclusiones
Nuestra ley educativa presenta algunas restricciones a la hora de crear espacios de trabajo flexibles, ya que regula aspectos como la superficie mínima del aula, el número máximo de alumnos por aula, la iluminación y el mobiliario de las aulas, las zonas complementarias y servicios comunes por alumno, etc. Sin embargo, a pesar de todas las reformas educativas que se han realizado a lo largo de la historia no hemos podido apreciar un cambio en la estructura del aula.
Los espacios educativos son un factor que influye en el aprendizaje de las personas, por lo que tenemos que adaptarlo para que éste se adapte a la educación actual y a las necesidades del alumnado. Con esto no quiero decir que las clases magistrales cargadas de conocimientos, donde el docente es la figura principal, con una comunicación unidireccional y sin participación del alumnado no sea una buena estrategia didáctica, sino que hay que utilizar o combinar otras metodologías dependiendo de los objetivos de aprendizaje.
Por ello, es necesario disponer de infraestructuras que ayuden a implementar la metodología que queramos utilizar en cada momento. Por esta razón, se están poniendo en marcha proyectos innovadores, como las hiperaulas, para hacer de las aulas un espacio educativo flexible y adaptado a las necesidades del alumnado para poder ofrecer una enseñanza de calidad y romper los esquemas y estructuras de las clases tradicionales que conocemos hasta ahora. Es más, el concepto de hiperaula se ha creado con la intención de poner al mundo de la educación a la altura del siglo XXI, pues como afirma Fernandez Enguita (2018) “la escuela, sedada como está por la tranquilidad de contar con un público cautivo es mortalmente aburrida e irrelevante”.
En resumen, es necesario un cambio en el sistema educativo para que la educación vaya evolucionando conjuntamente con la sociedad, intentando ofrecer un aprendizaje más activo e involucrando a los sectores que están, directa o indirectamente relacionados con la educación; pero este cambio se debe producir de manera gradual y global, comenzando a aplicarse en todas las etapas de la enseñanza y manteniéndose a lo largo de todo el proceso, pues otro de los problemas que se enfrentan los estudiantes es el cambio brusco que se produce al pasar de una etapa a otra, por ejemplo del instituto a la universidad.
Referencias
Libros
Revistas
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