El pensamiento lleva siendo objeto de estudio a lo largo de la historia. Se han dado múltiples definiciones, pero no se ha llegado a una definición universal. En este sentido, desde el ámbito pedagógico, resultan interesantes las aportaciones de Sócrates y su “método Socrático”, a partir del cual, se incita a los alumnos a reflexionar. Esto nos conlleva a hablar del pensamiento crítico. Este pensamiento tiene un interés creciente en la educación, por lo que un campo reciente de investigación es la metodología del pensamiento visible, con la que se pretende que los alumnos sean conscientes de su pensamiento, favoreciendo así el proceso de enseñanza- aprendizaje. Este queda reflejado en una estrategia educativa empleada hoy en día, el aprendizaje basado en el pensamiento. Además, dentro del pensamiento visible, nos centraremos en tratar las herramientas rutinas de pensamiento.
Palabras clave
Mayéutica, aprendizaje basado en el pensamiento, pensamiento crítico, pensamiento visible, rutinas de pensamiento
Thinking have been object of studied along history. There are multiple definitions, but there isn´t an universal definition. In this sense, from the educative area, Socrates contributions results interesting and his “Socratic method”, that incite students to reflect. This lead us to talk about critical thinking. This thinking has an increasing interest in the education, so a recent field of investigation is the methodology of thinking visible. This methodology pretends pupils being conscious of their think, which benefit the learning process. Nowadays, this learning process is reflected in the educative strategy called learning-based thinking. Furthermore, when talking about thinking visible, we´ll focus on the thinking routines tools.
Keywords
Mayéutica, learning based thinking, critical thinking, visible thinking, thinking routines
Ya antes de Cristo, los filósofos griegos tenían como propósito estudiar la educación y el pensamiento, como el ateniense Sócrates (470- 399 a. c.), filósofo y pedagogo, que destacó, en aquel entonces, por su visión pedagógica innovadora enfocada en el ser humano y la sociedad. A este respecto, desarrolló “el método socrático”, que consiste en la utilización del diálogo para llegar a la verdad. Este método conlleva al desarrollo de un pensamiento inductivo que lleve a alcanzar la verdad universal. Además, este método está dividido en dos fases, la ironía y la mayéutica.
Por un lado, mediante el empleo de la ironía, pretendía dar a ver al interlocutor su ignorancia sobre los temas, de manera que esta ignorancia provocase en este una activación de su curiosidad para la indagación en busca de la verdad.
Sócrates, también era conocido como el anti- maestro, ya que su misión era enseñar a partir de los conocimientos de los alumnos. En este punto surge su teoría “la mayéutica socrática”, que pretende que cada individuo descubra la verdad por sí solo.
Sócrates buscaba que el estudiante aprendiera teniendo una participación activa, utilizando diversos métodos como el diálogo, la reflexión, preguntas y la concepción de ideas. Es decir, incentivaba el aprendizaje mediante el conflicto cognitivo, donde se diera un debate de las ideas internas, siendo críticos en la exposición de estos conocimientos, para así conseguir una significación de los conocimientos aprendidos.
Para entender mejor que es “la mayéutica socrática”, vamos a proceder a analizarla más detenidamente. La” mayéutica”, proviene del griego y significa “partera”, ya que mediante este método pretendía ayudar a “parir” o “sacar a la luz” ideas.
Sócrates acuña la conocida frase “yo solo sé que no sé nada”, con la que expresa su posición ante esta teoría para abordar la obtención del conocimiento. Mediante ella, Sócrates se presenta como ignorante ante al tema de reflexión, porque su función no es la de hallar él mismo la verdad, sino la de contribuir a que el interlocutor la encuentre.
En nuestra sociedad, la habilidad de pensar de forma crítica se toma como atributo indispensable para lograr una vida realizada (Ricoeur, 2006; Hernán, 2018), esto es así, ya que el pensamiento crítico es necesario para ejercer como personas autónomas, y esta autonomía es esencial para lograr una sociedad mejor (Winch, 2006; Hernán 2018). Atendiendo a esto, nuestro sistema educativo busca la formación de personas críticas, reflejándose esto en la Ley Orgánica 2/2006, de 3 de mayo, de Educación, en la que se señala que uno de los fines de la educación es la preparación del alumnado para el ejercicio de la ciudadanía y para la participación en la vida económica, social y cultural, con actitud crítica y responsable.
Pero llegados a este punto, ¿Qué es el pensamiento crítico?
Si analizamos diversas definiciones entorno a este concepto, dadas por diversos pedagogos, filósofos y psicólogos, podemos observar que no hay una concepción universal, pero, lo que sí podemos señalar, es que todas ellas referencian elementos comunes en torno al ámbito educativo, siendo estos un componente evaluativo y un componente disposicional.
El pensamiento crítico nos lleva a abordar juicios sobre la libertad, la autonomía, soberanía o la verdad. Es más, el pensamiento crítico implica una sensibilización o concienciación que nos permita contrastar una realidad social, política, ética y personal. De forma que, se analicen las diversas posibilidades, confiando en la razón, más que en la emoción, la cual nos puede llevar a ideas prejuiciosas (Kurland, 2005; Bezanilla et al., 2018).
Una de las razones por las que se hace más importante trabajar el desarrollo del pensamiento crítico, es la digitalización de nuestra sociedad. Vivir en un mundo rodeado de medios sociales con la capacidad de dictar nuestra forma de pensar y actuar, hace cada vez más necesario el hecho de incentivar a la sociedad y al alumnado a razonar o inducir, desde una postura crítica. Además, a ello se suma, el papel que ejerce este pensamiento en la innovación, la creatividad o el compromiso. De aquí, nuestra posición de mostrar la importancia de desarrollarlo desde el ámbito educativo.
En este sentido, Facione (2007), señala que un buen pensador crítico se define en función de lo que hace, cómo lo hace y cómo llega a una síntesis. Además, para él, el pensamiento crítico es “el proceso del juicio intencional, auto regulado” (Facione, 2007). Para este proceso, Facione (2007), propone seis pasos, los cuales son:
El pensamiento visible se refiere a “cualquier tipo de representación observable que documente y apoye el desarrollo de los pensamientos, preguntas, razonamientos, y reflexiones de una persona o un grupo”. (García, N., 2017, p. 8, referenciando a Tishman & Palmer, 2005).
El pensamiento visible es un enfoque, basado en investigaciones, que integra el desarrollo del pensamiento en el niño a través de las distintas disciplinas. El pensamiento visible crea disposiciones para pensar, entre otras la curiosidad, la comprensión y la creatividad. No se centra exclusivamente en las destrezas del pensamiento, sino en las oportunidades para usar el pensamiento. (Lammers, A., 2018, pp. 3-4, citando a Salmon, 2015).
Además, se caracteriza por 6 principios básicos que exponen Sepúlveda, Y., Soto, M., y Hernández, R. (2018, p. 122), en su artículo “Visibilización del pensamiento: una experiencia de implementación pedagógica”, referenciando a Ritchhart y Perkins (2008), los cuales son:
Por ello, conseguir hacer que el pensamiento sea visible es un reto y una tarea dentro de las instituciones educativas, esto es así, ya que solo de esta manera se podrá tener en cuenta las comprensiones previas y posteriores de los estudiantes.
Esto es así, debido a que, como indican Morales, M. Y., & Restrepo, I. (2015, p. 92) en su obra “Hacer visible el pensamiento: alternativa para una evaluación para el aprendizaje”, citando a Perkins (2003), “La gente es indiferente ante situaciones que invitan a pensar”.
Por lo tanto, la importancia de hacer visible en el pensamiento radica en cómo son percibidos los pensamientos. “Cuando hacemos visible el pensamiento no obtenemos solo una ventana a lo que entienden los estudiantes, sino también la forma en que estamos entendiéndolos” (Morales, M. Y., & Restrepo, I., 2015, p. 92, citando a Ritchhart, Church y Morrison, 2011). Por ello, Morales y Restrepo (2015), también afirman que el reflejo de los pensamientos tiene como finalidad evitar el olvido o perdida de ideas.
El Proyecto Cero de Harvard University (2008), expone que, para el desarrollo de un pensamiento eficaz, este debe estar constituido por habilidades, actitudes y conciencia. Es por ello, que se creó el pensamiento visible, para fomentar estas 3 cualidades.
La necesidad de hacer visible el pensamiento en las escuelas nos lleva a hablar de la cultura del pensamiento. Para crear estas culturas del pensamiento como expresan Morales, M. Y., & Restrepo, I. (2015) aludiendo a la afirmación de Perkins (2003), resulta esencial hacer visible el pensamiento ya que este indica cómo debe ser en el aula, haciendo de guía para conseguirlo.
Gallego, A., (2017) cita a Perkins, Tishman y Jay (1998), explicando que, educar a los niños desde pequeños en entorno a culturas del pensamiento, fomentan la atención y el afrontamiento de hechos complejos a los que pueden estar expuestos. Entendiendo la cultura de pensamiento de aula como un ámbito en el que el lenguaje, los valores, los hábitos y las expectativas ejercen una fuerte influencia (Tishman, Perkins y Jay, 1994).
En la práctica docente, los mejores profesores establecen una cultura del pensamiento mediante el trabajo de la indagación, la curiosidad y el análisis, afirma Gallego, A., (2017) citado de Ritchhart (2002). Además, Lammers, A. (2018), en su trabajo cita a Ritchhart (2015), quien expresa que existen 8 fortalezas que favorecen la creación de una cultura de pensamiento en el alumnado, consiguiendo hacer visible su pensamiento:
Existen muchas maneras de visibilizar el pensamiento, en este artículo nos centraremos en 3 de ellas, las cuales veremos a continuación.
El lenguaje del pensamiento
Una técnica de las más sencillas, como nos cuenta Sarradelo, L., (2012) citado de Perkins (2008), es la utilización del lenguaje del pensamiento en el aula. La gran mayoría de idiomas, como el castellano, tienen un rico vocabulario de pensamiento. Aquí encontramos términos tales como hipótesis, razón, evidencia, posibilidad, imaginación, perspectiva, etc. En el ámbito educativo, dentro de las aulas, el empleo de los vocablos del lenguaje del pensamiento, permiten al estudiante matizar acerca de las diferencias existentes entre dichos términos. Es más, el profesorado que incentiva esta técnica sirve de modelo de ser pensante. Estos profesores ofrecen el tiempo suficiente para que los estudiantes piensen y expresen sus dudas.
Cuestionar, escuchar y documentar
Lammers, A. (2018) en su trabajo referencia la propuesta de Ritchhart, Church & Morrison (2011), quienes exponen otras maneras de visibilizar el pensamiento de los alumnos, consiguiendo que estos desarrollen comprensiones más profundas. Estas son:
Las rutinas de pensamiento
Como Cascales, M. (2016), señala citando a Tishman & Palmer (2005), la visibilización del pensamiento se consigue mediante el empleo de métodos observables, que nos permitan plasmar la información. En este sentido, el Proyecto Zero, en cuanto al programa de pensamiento visible, nos expone las conocidas rutinas de pensamiento.
Las rutinas del pensamiento surgieron de la mano del Proyecto Zero, un proyecto promovido por la Universidad de Harvard en 1967, cuyos principales integrantes son Daniel Goleman junto con David Perkins y Howard Gardner. Desde este proyecto pretenden estudiar la complejidad de los potenciales humanos: inteligencia, pensamiento, comprensión, creatividad…
En cuanto a estas rutinas, para entenderlas, analizaremos varias definiciones de diversos autores. Por una parte, tenemos que las rutinas de pensamiento “son unos patrones cognitivos muy sencillos, construidos por una serie de preguntas creativas o afirmaciones abiertas, desplegadas en pasos fáciles de aprender, fáciles de recordar, que se van interiorizando a través de una repetición sistemática”. (Lammers, A., 2018, p. 9, citado de Sarradelo, 2012).
Por otro lado, Lammers, A., (2018), basándose en Ritchhart, Church y Morrison (2011), las define como herramientas dinámicas cuya función es fomentar el pensamiento a la vez de ser un instrumento motivador para los estudiantes. “Se basan en organizadores gráficos muy simples que ayudan al alumnado a visualizar el pensamiento y conseguir con ello diferentes objetivos: presentar y expresar ideas; organizar y sintetizar esas ideas y profundizar en ellas”. (Lammers, A., 218, p.5, citado de García, Cañas & Pinedo, 2017).
Como hemos podido analizar en algunas definiciones anteriores y como su propio nombre indica, las rutinas son continuas, constantes y evolutivas a lo largo del tiempo, diseñadas a partir de unas pautas que sirven de guía. Este mecanismo estimula al alumnado a interiorizar una serie de hábitos que le permitan pensar más allá de los hechos.
A su vez, Buena, A., (2017), cita a Ritchhart et al. (2014), distinguiendo tres formas de entender las rutinas del pensamiento:
Lammers, A., (2018), citado de Ritchhart, Church & Morrison (2011), agrupa las rutinas de pensamiento en 3 categorías, según el momento de aprendizaje, el cual puede darse al principio, a la mitad y al término de la lección, respectivamente. Cabe recordar, que las rutinas de pensamiento no son actividades que se encuentran delimitadas, es decir, con un desarrollo concreto, sino que se pueden modificar y adaptar según se vaya a abordar la situación a tratar. Por ello, estas rutinas destacan por su carácter flexible.
A pesar de la aparente invisibilidad del pensamiento y afirmando el hecho de que somos seres pensantes, el pensamiento actúa de hilo entretejedor de todo nuestro ser, mente y personalidad. Forma parte de nuestras decisiones, relaciones y acciones. Por ello, podemos concluir diciendo que el pensamiento es dinámico, va evolucionando, lo cual nos impulsa a actuar.
“El carácter no observable del pensamiento no es razón para confinarlo a un mundo no material, porque este rasgo indica simplemente otra forma de relacionarse al ambiente. Es un modo de relacionarnos con objetos y situaciones no presentes en el momento actual y, por tanto, sin producir ningún efecto en los objetos”. (Melgar, A. 2000, p. 24, aludiendo a la cita de Kantor, 1924-26).
De aquí la gran importancia de trabajar el desarrollo del pensamiento como fuente principal de conocimientos, permitiéndonos a su vez estudiar los procesos de enseñanza- aprendizaje.
Cuando hablamos del Aprendizaje Basado en el Pensamiento, no nos centramos en el desarrollo de un concreto pensamiento, sino en el desenvolvimiento de un pensamiento eficaz, el cual permite a los estudiantes adecuar el pensamiento a cada situación, donde ejerce un papel fundamental la mente, utilizándola de forma eficiente, y la comprensión, de una manera más profunda. (Swartz, Costa, Beyer, Reagan y Kallick, 2013).
Mediante este método de aprendizaje se pretende que los alumnos razonen y por consiguiente comprendan la información a tratar sabiéndola extrapolar a diferentes situaciones. Es por ello, que el aprendizaje basado en el pensamiento aboga por la expresión de ideas, conocimientos y sentimientos, haciendo a los alumnos partícipes de sus aprendizajes. (Swartz et al., 2013).
Los objetivos establecidos por, Swartz et al. (2013), para el aprendizaje basado en el pensamiento son los siguientes:
Sarradelo, L. (2012) en su trabajo hace referencia a Perkins (2008), expresando la necesidad de hacer visible el pensamiento en las aulas por parte del profesorado, ofreciendo a los alumnos la posibilidad de mostrar el pensamiento, haciéndoles conscientes de este y la diversidad de beneficios que les aportan. Es por esta razón, por la que se precisa de un enfoque de enseñanza-aprendizaje, que se base tanto en la propia persona como en el entorno de aprendizaje, definiendo pensamiento a todo lo que se desarrolla en este ámbito.
Conclusiones
Trabajar el pensamiento en las instituciones escolares es un objetivo y un reto que se lleva trabajando a lo largo de la historia.
Además, en un mundo dominado por las tecnologías de la información y la comunicación, resulta esencial aprender y enseñar a reflexionar, es decir, poner en práctica nuestro pensamiento crítico, valorando y cuestionando toda la información que se nos pone a nuestro alcance.
Por ello, cada vez resulta más importante infundir este pensamiento en las aulas, tratándolo como elemento transversal en todas las áreas. En nuestro caso, como metodologías activas y participativas, queremos difundir tanto el método socrático como una metodología reciente, el pensamiento visible.
Referencias
Revistas
Libros
Trabajos
Referencias legislativas