A través de este artículo se pretende erradicar la idea errónea de que la prevención de riesgos laborales es una disciplina exclusivamente de aplicación al área de construcción o a trabajos sometidos a riesgos de tipo físico, alejada por tanto, del ámbito escolar. En realidad se trata de una tarea multidisciplinar y por ende, el profesorado también es objeto de ésta.
Es más, no es solo que se pueda y deba aplicar al ámbito docente, sino que es sumamente importante trasladar los principios de la prevención al alumnado, ya no sólo por el hecho de que por ser personas necesitamos velar por nuestra seguridad y de la de aquellos que nos rodean, sino porque el generar una cultura pro prevención en nuestros aprendices, facilitará la adecuada puesta en marcha del trabajo de preventivo en años venideros
Palabras clave
Prevención, seguridad, evaluación de riesgos, trabajo y alumnado.
The objective of this article is to delete the wrong idea of Laboral Risks Prevention is a discipline that is only applied on the construction area or jobs associated to physical risks, and therefore, away from the School Community, but which is multidisciplinary and, thereupon, teachers are aims of it.
In addition, it is not only that it can and should be applied to the School but it is extremely important, not only because we are people and we need to ensure our safety and that of those around us, but if we generate a culture for prevention in our students, it will facilitate an adequate implementation of prevention in the coming years: << let's not forget that the people of today will be the people of tomorrow >>.
Keywords
Prevention, safety, risks evaluation, work and students.
Antes de comenzar a hablar sobre cómo podemos y debemos aplicar la prevención de riesgos laborales (PRL) en nuestras escuelas, es importante conocer algunos conceptos clave.
En primer lugar entendemos como tal, a aquella disciplina que persigue, ya no sólo promover, sino también garantizar tanto la seguridad como la salud de los trabajadores. Como anotación, aunque su aplicación siempre se relaciona con los empleados de un determinado lugar de trabajo, sus principios son extrapolables a cualquier otro colectivo, puesto que no podemos olvidar que su objetivo principal es proteger a personas en general (por tanto, también puede y debe englobar a estudiantes, transportistas, encargados del hogar, desempleados…)
Dicho esto, es importante mencionar que existe toda una batería de leyes que regulan su aplicación, siendo conveniente destacar la “madre” de todas ellas: <
En primer lugar encontramos la especialidad conocida como “Seguridad y Salud” que, como su nombre indica, vela por garantizar ambas.
Seguidamente encontramos el área de “Higiene Industrial”, más enfocada en el estudio y protección ante agentes biológicos (bacterias, virus, patógenos…), físicos (ruido, temperatura…) y químicos, así como el área de “Ergonomía y Psicosociología”, encargada de los factores ergonómicos (posturas, uso de pantallas de visualización…) y psicológicos (carga de trabajo, acoso laboral, satisfacción, relaciones laborales…).
En cuarto lugar encontramos la conocida como “Medicina del Trabajo”, cuya función es tanto prevenir como de solucionar o minimizar los efectos derivados de accidentes laborales y/o enfermedades profesionales.
Por supuesto, sin la preparación y conocimientos necesarios resultaría inviable regular cada uno de los factores referidos a la prevención. Por consiguiente, además de existir un curso básico que capacita en el desempeño de una serie de funciones mínimas, para poder trabajar dentro de las 3 primeras especialidades mencionadas es necesario que, además de tener una titulación universitaria, se realice el Máster de Técnico Superior de PRL. En cuanto a la cuarta especialidad, además de finalizar la carrera de medicina, es obligatorio el máster mencionado pero cuyos contenidos son más amplios y su duración más prolongada, se encuentran adaptados a dicha especialidad.
Dado que es frecuente (y a la vez erróneo) encontrar asociado el concepto de prevención a trabajos más “manuales” (obras de edificación o de construcción en general, industrias…), lo cierto es que es multidisciplinar. Esto quiere decir que implica a cualquier tipo de trabajo, incluyendo aquellos con un menor contenido de esfuerzo físico (y no por ello menos importantes) y por supuesto, aspectos psicológicos y emocionales; no podemos olvidar que el ser humano no es sólo un físico. Por ende, es evidente que es de aplicación a los docentes.
En concreto, para su puesta en práctica es necesario partir de un análisis previo, ya que no se puede actuar sobre aquello que no se conoce. Con respecto a esto, es fácil intuir que este primer paso se realiza a través de la herramienta básica en la que se sustenta esta disciplina y que es conocida como “Evaluación de Riesgos” (ER),
Precisamente, esta herramienta tienen por objeto el análisis de las características y particularidades del entorno de trabajo, para así averiguar qué riesgos existen, evaluar qué grado de criticidad tienen y definir qué se ha de hacer para eliminarlos o minimizarlos, a fin de que no supongan un riesgo para la seguridad y salud de los trabajadores. Por tanto, para el caso que nos ocupa, aunque es obvio que estos riesgos van a depender de las características de cada uno de los centros escolares, a rasgos generales va a ser frecuente encontrar:
Una vez se han definidos estos riesgos, se ha de valorar, para cada uno de ellos, qué grado de peligrosidad tiene para la persona. Precisamente, la importancia de definir la criticidad de éstos, radica en poder establecer la prioridad de actuación, o lo que es lo mismo, el orden en el en el que se han de solventar cada uno de los riesgos. Ante esto cabe mencionar que no existe una técnica obligatoria, sino que se puede elegir la que se considere más apropiada (a criterio del técnico especialista) según el escenario tratado. Así, por ejemplo, es posible utilizar el método proporcionado por el Instituto Nacional de Seguridad e Higiene en el Trabajo (INSHT) o el método FINE, entre otros muchos existentes. Igualmente, y de manera simultánea, se habrán de ir concretando las medidas correctoras a aplicar en cada uno de los casos.
A modo de ejemplo, entre otras numerosas acciones a realizar, para evitar problemas derivados de una caída a distinto nivel, el centro podrá informar acerca de la obligatoriedad de hacer uso de los pasamanos cada vez que se utilice la escalera, además de poner carteles indicativos y a modo de recordatorio cada una de ellas. Por otro lado, a fin de evitar patologías vocales, se puede facilitar a cada docente un pequeño micrófono dotado de altavoz, así como verificar que la iluminación sea correcta y suficiente para evitar problemas de visión. También, se hará un reparto equitativo (y sin sobrecargas) del trabajo, contratando al número de profesores y profesoras necesario para hacer frente a la carga de trabajo existente. Asimismo, el centro contará con un Plan de Prevención de Acoso Laboral (PPAL), que además de ser informado a través de campañas de formación y refresco cíclicas, será activado ante cualquier sospecha de acoso.
Por imperativo legal, toda esta información, ha de ser plasmada en el documento conocido como Plan de Prevención de Riesgos Laborales (PPRL). En resumidas cuentas, en dicho documento deberán de observarse recogidas todas aquellas acciones a adoptar para solucionar cada factor de riesgo, así como los responsables de su puesta en marcha, recursos necesarios (temporales, físicos, de personas, económicos…), tiempos de ejecución, verificación de su efectividad… Su elaboración, además de obligatoria, es anual y ha de ser revisada cada vez que se realice una modificación de las condiciones laborales que sea de tipo sustancial (es decir, que suponga un nuevo riesgo o acentúe uno existente).
Como punto básico a destacar, es primordial tener siempre en mente que la finalidad primera de la prevención es, como su mismo nombre indica, “prevenir”. Es decir, ante toda actuación, primero se habrá de priorizar aquel trabajo que evite que el riesgo suceda, sobre aquel que persiga arreglar o disminuir (“proteger, curar o solventar”) aquel daño que ya ha ocurrido, sin ser por ello excluyente; para que sirva de ejemplo, el centro educativo deberá, en primer lugar, trabajar para definir qué se entiende por buena iluminación y verificar que realmente el aula cuente con ésta (prevenir), antes que definir que se facilitarán gafas a los docentes que comiencen a mostrar daños en la visión.
Destacar igualmente que, aunque existan especialistas de esta disciplina, no implica que el prevencionista sea la persona responsable de todo lo concerniente a la prevención sino que, el máximo responsable de ella, siempre será la máxima autoridad del centro (es su responsabilidad velar y facilitar los recursos necesarios para evitar cualquier accidente o enfermedad, física o mental, de tipo profesional). Asimismo, cada uno de los trabajadores es igualmente responsable de su propia seguridad y la de sus compañeros, y de manera cívica y legal, tienen tantos derechos como responsabilidades ante la tarea de prevenir.
Es obvio que cada aprendiz está ubicado en el mismo centro y aula que el docente, para el que ya se han analizado una serie de riesgos a los que está sometido. Por tanto, el alumnado también está expuesto a ellos.
Al igual que en el caso anterior, hay que partir de una evaluación de los riesgos a los que está sometido el estudiante y que, a pesar de depender de cada espacio y de las características intrínsecas de cada escolar, en la mayoría de los casos serán:
Otro tipo de riesgos que podrían producirse en función de las instalaciones con las que cuente el centro educativo podrían ser:
Al igual que para el docente, el alumnado cuenta tanto con derechos como con responsabilidades en el área de prevención. Por ende, resulta imprescindible generar una consciencia en pro a la prevención que garantice, ya no sólo que responderán de manera positiva y cumplirán las medidas preventivas obligatorias, sino que serán proactivos en cuanto a garantizar su propia seguridad y la de sus compañeros y compañeras.
Además, merece la pena pararnos un momento a reflexionar sobre el hecho de que los aprendices serán los futuros trabajadores. Por tanto, cuanto más tiempo dediquemos y mejor sea el trabajo de concienciación que se realice en edades tempranas, mejor será la prevención en edades futuras. Como consecuencia, tendremos menores accidentes laborales y enfermedades profesionales y unos adultos más saludables, en lo que respecta a todas las facetas que componen al ser humano.
Conclusiones
Todo lo expuesto a lo largo del artículo es tan sólo un minúsculo resumen de la inmensidad de aspectos que engloba la prevención de riesgos laborales. Sin embargo, nos sirve para tomar conciencia sobre la importancia y necesidad de ver ésta, no como una disciplina aislada y de aplicación exclusiva a determinados trabajos, sino que, por el hecho de ser personas, debemos de aplicar ésta en cualquier trabajo que desempeñemos (incluyendo el de docente y aprendiz).
Precisamente en su aplicación caben destacar, como aspectos claves de entre todos los expuestos, que siempre se ha de pensar en ¿qué puedo hacer para prevenir el riesgo? antes de que tengamos que reflexionar sobre ¿qué puedo hacer para solucionarlo? Por ende, en primer lugar tendremos que partir de un análisis de los riesgos a los que estamos sometidos y evaluar la gravedad de éstos, para posteriormente definir qué puedo hacer para eliminarlos o minimizar su criticidad y qué necesito para llevarlo a cabo.
Una vez hecho esto, será entonces cuando el máximo responsable del centro de trabajo o escolar, con el asesoramiento del experto cualificado, el que tendrá que supervisar el cumplimiento del Plan de Prevención adoptado, así como facilitar cada recurso necesario para su puesta en marcha. En el caso de la protección del alumnado, será igualmente responsabilidad del docente específico (por ejemplo, el profesor o profesora en el aula ordinaria, en el taller de tecnología o en el laboratorio) el que tendrá que garantizar el cumplimiento y puesta en práctica de las medidas oportunas, a fin de preservar la seguridad de cada estudiante.
La prevención, por tanto, ha de ser interiorizada como un aspecto prioritario en nuestra vida, puesto que es nuestro bien más preciado.