Leer es una de las actividades más importantes que debe alcanzar el ser humano ya que es el camino para acceder a un mundo lleno de conocimiento e información. En este sentido, nos permite adquirir diferentes saberes para poder enfrentarnos a nuestro día a día de la manera más eficaz en todos los niveles de la lengua. Por tanto, es de gran relevancia que las personas estemos en contacto con los libros desde nuestros primeros años de vida ya que el gusto por la lectura debe iniciarse en edades tempranas. Pero para ello, es necesario que las familias y la escuela creen un hábito lector en los niños, les transmitan los múltiples beneficios que tiene la lectura y les ayuden a comprender aquello que leen.
En el artículo que se propone pretendemos ahondar en la importancia de la lectura desde edades tempranas, reflejando de esta manera los múltiples beneficios que está conlleva en la figura del niño.
Palabras clave
Leer, Plan Lector de Centro, libro, familia y escuela.
Keywords
Reading, Reader Center Plan, book, family and school.
Actualmente estamos rodeados de mucha información. Podemos tener con un simple "click" una infinidad de datos y textos sobre aquello que queremos saber. No obstante, es importante saber diferenciar entre "sociedad de la información" y "sociedad de conocimiento" ya que la una no implica la otra, es decir, el hecho que tengamos a nuestro alcance una infinidad de información, no significa que tengamos más conocimiento. Es aquí donde entra en juego el importante papel que ejerce la actividad lectora en la etapa de Primaria ya que a través de ella, el alumno aprende a clasificar las ideas de un texto, a desarrollar la capacidad de decodificar y procesar la información, a ampliar su vocabulario, a aumentar su nivel cultural, a desarrollar su imaginación y fantasía y a interaccionar con los demás.
A lo largo de la etapa de primaria, la lectura siempre ha ocupado un papel importante. Se debe enseñar la importancia de la lectura y los alumnos deben comprender que se trata de una herramienta fundamental en sus vidas ya que leer nos lleva a saber desenvolvernos en nuestro día a día, aparte de aportar múltiples beneficios a nuestro ser.
La formación de buenos lectores tiene su inicio en los primeros años de escolarización y va prolongándose a lo largo de los diferentes niveles de primaria. Por eso, es relevante prestar una atención especial a la lectura a lo largo de esta etapa, tratando de hacerles llegar a los discentes un gusto y aprecio hacia ésta, sin que lean solo por obligación. Ése es el momento para enseñarle a valorar dicha actividad y potenciar los buenos hábitos lectores, los cuales deberían persistir a lo largo de la vida del alumno sin llegar a desaparecer como sucede en la mayoría de casos, en su edad adolescente, ya que según conciba la lectura, ésta se presentará de una manera u otra en su vida.
Podríamos definir la lectura como el proceso mediante el cual el ser humano visualiza un conjunto de símbolos y les otorga un significado lógico. El acto lector es un proceso complejo y es por eso, que resultaría dificultoso quedarnos con una única definición. En este sentido Larrosa, citado en Ramírez (2009), define la lectura como una actividad que implica un cambio en el pensamiento de la persona mediante la adquisición de información y conocimientos que se transmiten a través de ésta. Leer significa por tanto ir más allá de la sujeción al sentido del texto; es construcción de conocimiento. Así pues, Smith (1994), señala que la actividad lectora implica "el proceso activo de reconstruir significados a partir del lenguaje representado por símbolos gráficos" (p. 9).
Tras atender a algunas de las definiciones que dan diversos autores en respuesta a qué se entiende por leer, podemos concluir que todas inciden en que se debe dar una decodificación, construcción de ideas y de conocimiento. Entre los presentes, Smith, tal y como se puede ver citado en Montero, Zambrano y Zerpa (2013), provocó una revolución al afirmar que en la lectura intervienen dos elementos, el visual, con la vista, y el no visual, con el cerebro. Smith presentó un nuevo aspecto entorno a la manera de concebir el lector, pues resaltó su influencia en la comprensión del texto.
Es por todo ello que podemos concebir la lectura como el resultado de la suma de leer, comprender aquello que se lee y aprender. Cuando leemos un texto procesamos su información y la relacionamos con nuestros conocimientos, de los cuales partimos. Podemos decir como expone Chartier, citado en Ramírez (2009), que no existe la actividad lectora sin darle el lector una significación para poder llegar éste a su comprensión. Todo texto está ligado a la interpretación que le puede dar el sujeto dotándolo así de significado para su ser. De esta manera, la percepción del texto puede cambiar dependiendo de la atribución que le dé el lector. mediante el intercambio de experiencias que establece con este.
En conclusión, podemos afirmar, tal y como dice Puente, en Cerrillo y García, citado en Mendoza (2002), que "leer no es como mirar un cuadro, sino como oír a alguien ", (p.11), de manera que tal y como manifiesta también en este Cantero (2002), "aprender a leer es aprender a mirar"(p.11). Así pues, la lectura es clave para la formación como persona en la figura del niño ya que conlleva la implicación de conocimientos previos, formulación de hipótesis, estrategias para la comprensión de un posible significado implícito en el texto, etc. Por otra parte, no debemos olvidar que la formación como lectores debe ser continua, sin límites, debido a la extensa cantidad de textos existentes que podemos encontrar a nuestra disposición.
Hablar, expresar e interpretar ideas son destrezas posibles en nuestro ser debido al importante papel que ejerce en nuestra persona la lectura, la cual permite el desarrollo y la mejora de las mismas, y por tanto nuestra habilidad comunicativa. En este sentido, la actividad lectora conlleva en la figura del niño el desarrollo y la mejora de su expresión lingüística, además de permitirle construir diferentes significados y conocimientos, acercándolo con ello a la comprensión del contexto sociocultural que le rodea. Por consiguiente, tal y como expone Harste, citado en López (2010), cuando enseñamos una lengua debemos hacerlo en su contexto real, es decir, trabajando su uso dentro de su situación natural.
Por otra parte, cabe señalar que la lectura conlleva otros múltiples beneficios en el discente. La lectura permite adoptar representaciones mentales mediante las cuales podemos adquirir una serie de normas de conducta y de valores, necesarios para convivir en armonía con la sociedad. Así pues, parafraseando a Gottlieb (1999), leer produce en el niño ventajas en su capacidad cognitiva, intelectual, y en su perfil psicológico. Leer permite en el discente descubrir el reflejo de la palabra hablada con la escrita, relajarse, desarrollar su imaginación , trabajar la empatía y ampliar el conocimiento y la memoria, además de adquirir unos valores y aumentar su autoestima. Por tanto, debido al relevante papel que desempeña en el niño, tal y como hemos podido ver, es fundamental el desarrollo de la lectura cuando antes. Además, mediante dicha actividad el discente irá formando lo que será la base sustentadora de su futuro aprendizaje, ya que es solo a través de ésta como obtenemos el conocimiento.
Respecto a la situación actual en torno a la lectura, podemos encontrar una infinidad de información a nuestro alcance. Es por ello que debemos hacer de los alumnos personas con una buena competencia lectora, capaces de diferenciar el grado de relevancia de una determinada información y saber expresarla de la mejor manera. Así pues, se debe saber orientar el aprendizaje de la lectura hacia la buena comprensión del texto. Pues es requisito para poder llegar a ser un ciudadano competente en todos los niveles de la lengua. Tal y como nos dice Searle, citado en Valls, Soler, y Flecha, (2008), "no importa si hablamos en códigos distintos, lo que importa son las pretensiones de validez del acto comunicativo y la intención de llegar al entendimiento con nuestros actos de habla." (p.74).
Como conclusión, podemos señalar al leer, el niño realiza un importante trabajo en su actividad cerebral ya que mientras lee construye, interpreta, valora, reflexiona..., aportándole todo ello amplios beneficios. Además, tal y como hemos mencionado anteriormente, leer nos permite tener un mejor dominio de los signos lingüísticos, esto nos llevará a una mejor interactuación con nuestro contexto social, conociendo también otros espacios y realidades ya que nos permite viajar en el tiempo. Así pues, tal y como afirma Addison: "Leer es para la mente lo que el ejercicio físico es para el cuerpo". El ejercicio conserva sano nuestro cuerpo al igual que la lectura conserva sana nuestra mente.
En la enseñanza la lectura ocupa un lugar de gran relevancia debido a su destacada presencia dentro de las diferentes áreas curriculares, con un mayor o menor grado al tratarse esta de ser el único instrumento y medio para que pueda realizarse el aprendizaje. El área de lengua es aquella que se centra en el estudio de la presente; no obstante, es por su carácter transversal que el nivel de comprensión lectora que tenga el alumno al leer puede afectar de manera positiva o bien, negativa al resto de las áreas.
Por tanto, es fundamental que el niño preste una especial atención en el aprendizaje de la lectura ya que es lo que le permitirá la buena comprensión y asimilación de conocimientos, además de un desarrollo intelectual y afectivo. Para ello, y según Fumero (2009), debemos partir de la idea de que cuando el discente llega a la escuela ya parte de unos conocimientos sobre la lectura. Cuenta con una pre-noción y por tanto, debemos centrarnos más en desarrollar dicha enseñanza hacia sus intereses y dentro de su cotidianidad, sin ceñirse únicamente a la explicación, la pizarra y copia de textos.
Podemos decir que la capacidad lectora no tiene que ver solamente con saber leer, sino que también implica comprender aquello que se expresa en un texto. Así pues, para ello es necesario el desarrollo de un conjunto de destrezas metacognitivas las cuales nos permitirán reconocer el tipo de texto, comparar ideas o por ejemplo encontrar la idea principal que nos quiere transmitir su autor. Por tanto es fundamental leer para mejorarlas y poder adquirir una mayor habilidad lectora.
Atendiendo a la acción lectora, es importante conocer qué ocurre cuando leemos. Así pues, tal y como explica Vallejo-Nágera (1987), dotamos a las palabras de una representación visual, mediante el significado que le damos a cada una de éstas, y fónica, mediante el sonido concreto que les otorgamos. Así pues, como podemos ver, en ambos casos aquello que nos permite la comprensión del texto es la experiencia, tanto las visuales como las auditivas de modo que cuando leemos en otro lenguaje distinto al nuestro, sin tener un conocimiento previo de éste, se produce la incomprensión. Tal y como dice Cassany (2008) es como si comparásemos varias fotografías tratando de integrar elementos de una en la otra con el fin de crear una nueva con la combinación de elementos de ambas (texto y conocimiento del cual partimos), reemplazando así a la anterior.
Por tanto, cuando empezamos a leer un texto, nuestras experiencias anteriores de lecturas similares nos permitirán partir de una idea con la cual iremos construyendo significado conforme nos vamos adentrando en la misma. Podemos decir tal y como manifiesta Luna (2008), que nuestras vivencias lectoras nos quedan almacenadas en nuestra memoria de a largo plazo de manera que los conocimientos adquiridos conforman una red de interrelaciones. Este concepto surgió en los años 70 recibiendo el nombre de teoría de los esquemas, el cual llegó a poner en cuestión el significado de leer. De esta manera, según ésta conforme vamos aprendiendo, vamos rellenando los espacios en blanco que podemos tener entre esquemas, entre conocimientos, o bien, construyendo nuevos repertorios con la finalidad de permitirnos comprender la realidad, además de servirnos como marco de referencia para el aprendizaje. Por tanto, como afirma Calero (2011), cuando más variadas sean nuestras experiencias lectoras, mayor será la capacidad de reflexión sobre dicho saber.
En este sentido leer implica construir a través de la mente el significado de aquello que se expresa, es decir, abordar un conjunto de estrategias, las cuales nos llevarán a la comprensión de la información que se nos transmite. Tal y como expone Madruga citado en Heit (2012), para que se dé el desarrollo de la comprensión lectora deben presentarse en el individuo dos factores: una destreza en el reconocimiento y decodificación de palabras; y unas habilidades de búsqueda y construcción de significado. En el caso del niño, éste llegará a dominar el acto lector cuando alcance el buen desarrollo de sus estrategias lectoras, las cuales le producirá numerosos beneficios entre los que podríamos encontrar; una mejora de la concentración, desarrollo del aprendizaje o mejora de la capacidad de expresión oral y escrita, entre otros.
Así pues, podemos desarrollar con los niños tipos de estrategias, tales como actividades de antes, durante y después de leer; ayudarles a resumir un texto o un libro; o pedirles hacer un portafolios de lecturas. Estas actividades les invitarán a la reflexión y transcripción de conocimientos. No obstante, debemos destacar que tras estas fases es importante tener en cuenta sus resultados con el objetivo de adaptar progresivamente su enseñanza entorno a la compleja actividad lectora de la manera más enriquecedora y eficaz.
En definitiva, ¿por qué es necesario enseñar estrategias de comprensión? En síntesis, porque el desarrollo de dichos procesos les permitirá ser unos lectores autónomos con un sentido de espíritu crítico ante el mundo. Alumnos como dice Solé (1998), con un buen conocimiento del desarrollo de sus estrategias lectoras, las cuales les permitirán una lectura eficaz, siendo capaces de ponerlas en práctica ante cualquier contexto. Por tanto, podemos decir tal y como manifiesta Solé (2000), que “Enseñar a leer no es en absoluto fácil. La lectura es un proceso complejo, requiere una intervención antes, durante y después. Y también plantearse la relación existente entre leer, comprender y aprender”.
Conclusión
La actividad lectora del niño en la etapa de Primaria ocupa un destacado papel, al que tanto desde la comunidad educativa como desde las familias, se debe prestar especial atención. Pues es cuando se está formando el que podría ser un gran lector por el inicio del desarrollo de sus competencias comunicativas. Por tanto, en ésta etapa no solo se debe enseñar a leer, sino que también a entender lo que leen para poder convertir a los alumnos en ciudadanos competentes en todos los niveles de la lengua (escuchar, hablar, leer, escribir y entender).
En definitiva, leer debe ser una actividad más valorada y con ello es clave la escuela y la familia, por tanto, es tarea de ambas potenciar el hábito y buen gusto por la lectura en los alumnos, tratando de animarles y acompañarles en la misma. Es por ello que se debe concienciar del valor que esconden los libros. De este modo, tal y como expone Quintanal (2000) en Actividades lectoras para la Escuela Infantil y Primaria.CCS. ¡A la lectura!, "hemos de leer a los niños. Leer con los niños. Leer para los niños. Y sobre todo, tener tiempo para que los niños lean".
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