Las emociones son la gran esperanza del cambio de paradigma que muchos esperan ver en la sociedad. Relegadas al olvido en tiempos difíciles marcados por la guerra, la escasez y la penuria. Son el último bastión para evitar ser engullidos por la era del capitalismo en la que estamos inmersos: la sociedad de consumo del aquí y ahora.
¿Son realmente las emociones el último baluarte en el que refugiarse, para evitar ser devorados por el monstruo del individualismo y la indiferencia por el prójimo? ¿O son, tal vez, la punta de lanza con la que abrir el camino de la rebelión? Pero ¿Por qué es tan importante el conocimiento y control de las emociones? Y ¿cuál es el papel de la expresión corporal? ¿A qué se debe esta simbiosis tan grande que hay entre ambas? Finalmente ¿Necesitamos realmente un cambio de paradigma? ¿es que acaso no están bien las cosas tal y como están en la actualidad?
Palabras clave
Emociones, educación física, expresión corporal.
Emotions are the big hope to achieve the paradigm shift much people is waiting for. Forgotten in fateful times of war, shortage and penury. Emotions are the last bastion to avoid to be engulfed by the age of capitalism in which we are immersed: the consumer society of right here, right now.
¿Do emotions really are the last bulwark in which we can keep safe to avoid being swallowed by the individualism and neighbor disregard monster? ¿Or maybe are them the tip of the spear which can be used to clear the rebellion path? But ¿Why is so important the knowledge and the control of emotions? And ¿Which is the Corporal Expression role? ¿Which is the reason of this great symbiosis between both them? Finally ¿Do we really need a paradigm shift? ¿Is it things are not right as they are nowadays?
Keywords
Emotions, physical education, Corporal expression.
En la sociedad actual el ser humano se ha convertido en un “homo pantalicus” o humano pantallizado, es decir, vivimos la vida a través de una pantalla. Cada vez nos relacionamos menos con las personas que nos rodean e interactuamos menos con ellas de manera directa y natural, para hacerlo a través de la pantalla de nuestros dispositivos electrónicos. Esta nueva situación genera una abstracción del entorno y un distanciamiento de las personas que nos rodean, al mismo tiempo que genera una desconexión con nosotros mismos, con nuestras propias emociones. Esta condición está creando una sociedad desnaturalizada, desvinculada, que vive la vida a través de una pantalla porque, al parecer, todo resulta más fácil de gestionar cuando se hace a través de un dispositivo electrónico. Tal vez sea cierto, quizás todo resulte más sencillo “escondidos” tras nuestras pantallas, podría ser, pero lo que sí es seguro es que, es más artificial, menos auténtico, y desde luego, mucho menos intenso y enriquecedor. Como alguien dijo una vez: “el camino más sencillo no siempre es el mejor”.
Para poder entender la situación con mayor perspectiva hemos de entender qué son las emociones y cómo es nuestra relación con ellas. Según Tusiet y Amelang (2009:8), las emociones son entendidas como movimientos que rompen la serenidad, la quietud, la tranquilidad del ánimo o alma. Por otra parte, Punset (2012:110) define las emociones como el resultado de cómo experimentamos, física y mentalmente, la interacción entre nuestro mundo interno y el mundo externo. Para un humano, las emociones se expresan a través de comportamientos, expresiones de sentimiento y cambios fisiológicos. Aunque las emociones básicas son universales, las experiencias emocionales, o sentimientos, son más personales en la medida en que se contagian del humor de cada persona, de su temperamento, su personalidad, su disposición y su motivación. En la misma línea, Frijda (como se cita en Pérez y Redondo, 2006:1) considera que la emoción es entendida como un fenómeno complejo que viene determinado fundamentalmente por el desarrollo conjunto de una serie de cambios fisiológicos, de conductas y de experiencias subjetivas y evaluativas. Estas alteraciones son evocadas por situaciones o eventos, internos o externos, que resultan significativos para la persona.
Teniendo en cuenta a los autores citados, podemos decir que las emociones son la reacción a un estímulo o sucesión de acontecimientos que son subjetivas para cada individuo. Por lo tanto, cada individuo reaccionará de forma personal e individual ante una misma situación o recuerdo, porque lo percibirá de manera subjetiva y según sus filtros: ideológicos, culturales, etc., aunque podemos establecer una clasificación de las emociones y un comportamiento universal para cada una de ellas, factores como la intensidad con la que se viven y el grado de afectación o de incidencia en la posterior conducta de cada individuo, son únicos en cada persona.
Controlar las emociones, no solo no significa que éstas tengan que ser reducidas e inhibidas, sino que más bien quiere decir que hemos de ser capaces de identificar cada emoción que sentimos y porqué la estamos sintiendo, y una vez tenemos claro estos dos aspectos, podemos decidir qué respuesta ofrecemos, si nos dejamos llevar por una respuesta más primaria y menos reflexiva o si ofrecemos una réplica más secundaria y menos impulsiva. Según Vilaseca (2009), somos una sociedad de “eruditos racionales” y “analfabetos emocionales”. No nos han enseñado a expresar con palabras el torbellino de emociones, sentimientos y estados de ánimo que deambulan por nuestro interior. Esta ignorancia nos lleva a marginar lo que nos ocurre adentro, sufriendo en silencio sus amargas consecuencias. Es decir, no sabemos escucharnos, no sabemos quiénes somos en realidad, no nos permitimos sentir con libertad ni sentirnos con plenitud, hemos anulado la conexión con nuestro yo interior y vivimos totalmente desconectados de él. El mismo autor, prosigue diciendo que, debido a nuestra falta de conocimiento y entrenamiento en inteligencia emocional, solemos reaccionar con una represión instintiva cada vez que nos enfrentamos a la adversidad. Apenas nos damos espacio para comprender lo que ha sucedido y de qué manera podemos canalizar lo que sentimos de forma constructiva. De ahí que nos convirtamos en víctimas y verdugos de nuestro dolor, el cual intensificamos al volver a pensar en lo sucedido. En eso consiste vivir inconscientemente: en no darnos cuenta de que somos co-creadores de nuestro sufrimiento. Entendemos que es de vital importancia profundizar en el conocimiento de uno mismo para poder relacionarnos con el resto del mundo con mayores garantías de éxito, con las herramientas necesarias para poder hacer de nuestras interacciones una experiencia lo más positiva y sumativa posible para todas las partes implicadas.
Antes de comentar qué puede aportar la Expresión Corporal al terreno del autoconocimiento, hemos definir este concepto. Mateu, Duran y Troguet (como se cita en Torrents, Mateu, Planas y Dinusôva 2011:402) la entienden como la disciplina que permite encontrar un lenguaje corporal propio, una forma de comunicación y expresión con el cuerpo y a través de él. Por otra parte, Romero (citado en García, Pérez y Calvo, 2013:19) afirma, que el cuerpo, el movimiento y el sentimiento son los instrumentos básicos de disciplina cuyo objeto de estudio es la conducta motriz del individuo con una finalidad expresiva, comunicativa y estética. Es decir, diferentes autores coinciden en el uso del lenguaje a través del movimiento como medio de expresión. A este respecto, García, Pérez y Calvo (2013:19) afirman que todo ser humano, de una manera consciente o inconsciente, se manifiesta mediante su cuerpo y lo utiliza como un instrumento irremplazable de expresión que le permite ponerse en contacto con el medio y con los demás. Pero ¿Qué puede ofrecer el cuerpo y su movimiento? ¿Qué puede llegar a transmitir que no se consiga con la palabra? Para Mateu (citada por Coterón y Sánchez 2010:120), la Expresión Corporal concede un lugar a la vivencia interior, supone la exploración del espacio íntimo entre el yo y los otros, un trabajo sobre la teatralidad, gestualidad y fisicalidad, trabajo de interrogarse profundamente. Se puede esperar una mirada sensible sobre el cuerpo en general, explorar el poder de producción de formas singulares, dar un lugar a la imaginación. En la misma línea, Wallon (citado por Lora, 1992:77), dice que el movimiento es fuente inagotable de experiencias, origen de intelecciones y emociones. Vemos que las emociones están ligadas al movimiento, podríamos decir que son inherentes al mismo. Son varios los autores que relacionan de forma directa el movimiento del cuerpo, es decir, la Expresión Corporal, con las propias emociones, vinculando al individuo con su yo interior, haciéndole observador y conocedor de su mundo interno, elevando su nivel de autoconocimiento y con ello su capacidad de control sobre su respuesta ante distintos estímulos externos. Lora (2011:743), afirma que la Expresión Corporal posee una clara intencionalidad de ejercitar la creatividad, por lo tanto, no está sujeta a ningún patrón impuesto por el maestro. El mismo autor añade que ejercita el respeto mutuo, la autoconfianza, la autonomía y la autoestima, al aceptar las diferencias entre los integrantes y permitir a cada uno concentrarse en la búsqueda de nuevas maneras de llevar a cabo una misma tarea.
No nos hemos entretenido demasiado en enumerar los beneficios de la práctica de la Expresión Corporal, pues no es nuestro objetivo en este artículo. Pero sí hemos dejado constancia de algunas características que justifican la importancia de su realización; pero ¿hay algún aspecto negativo? ¿son todo luces? ¿O acaso hay alguna sombra? No podemos decir que dicha práctica tenga un lado oscuro propiamente dicho, pero sí que hemos de constatar que según Torrents, Mateu, Planas y Dinusôva (2011:408), es frecuente observar cómo el alumnado manifiesta sentir vergüenza al intentar expresarse con su cuerpo, especialmente en la fase de iniciación. Learreta (citado por Ruano y Barriopedro, 2004:15), afirma que el desarrollo de la materia de Expresión Corporal hace aflorar en el sujeto vivencias y sensaciones muy particulares, miedos y vergüenzas, deseos y rechazos, al compartir propuestas de trabajo con otras personas. Ambas afirmaciones se han de tener muy cuenta en el desarrollo del trabajo de la Expresión Corporal y realizar las acciones necesarias para minimizar sus consecuencias.
Proponemos, a continuación, una serie de consignas, de aspectos a tener en cuenta para que la dinámica del grupo y la experiencia resultante sean muy positivas para todos. Nos hemos centrado en un grupo de estudiantes de secundaria de Educación Física trabajando una Unidad Didáctica de Expresión Corporal:
Conclusiones
Hemos tratado de explicar la relación de la Expresión Corporal con las emociones del individuo y la importancia que suscita el trabajo y desarrollo de la inteligencia emocional en la sociedad en la que vivimos. Si estamos de acuerdo que la escuela ha de enseñar a los alumnos en función de lo que la sociedad de cada momento histórico demanda, estaremos de acuerdo que el método de enseñanza tradicional lleva años obsoleto. La sociedad avanza tan rápido que es imposible avanzar qué tipo de profesiones serán necesarias en el futuro, por lo tanto, el objetivo del sistema educativo debería de ser potenciar al máximo las capacidades innatas de cada alumno. Evidentemente todo ser humano, que viva en una sociedad moderna, debería de aprender una serie de conocimientos básicos en diferentes campos. No se trata de demonizar el sistema educativo tradicional; pero es momento de añadir nuevas metodologías y entender que las nuevas tendencias educativas pueden potenciar el desarrollo de los alumnos, y aquí es donde entran en juego las emociones, que, si bien se pueden leer, memorizar y posteriormente redactar o explicar, nunca será lo mismo que sentirlas. Digamos que, sintiéndolas, nos saltamos intermediarios y vamos directamente a la matriz, sin rodeos. Una vez allí, hemos de perdernos, encontrarnos y volvernos a perder para reencontrarnos, pues la sociedad avanza, y lo hace muy rápido y sin saber del todo hacia donde, es por eso que cuanto más cómoda se encuentre una persona en la incertidumbre, más fácil le será crear su propio camino en terreno desconocido. Enseñemos a los más jóvenes a sentir, enseñémosles a escucharse y serán capaces de pensar con criterio. Tendrán las herramientas para enfrentarse al mundo y conseguir aportar valor y dejar su huella cuando se vayan.
“Cuando danzo, siento como el corazón se abre y brota una conciencia que me abraza. Se afloja mi estructura y en cada latido me expando a una inmensidad que traspasa mi individualidad”. Ana Carrera (2017).
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