Como docentes hay que comprender que los alumnos no prestan atención y están motivados porque sí. Hay que buscar la manera en la cual ellos y ellas se sientan cómodos trabajando en la clase, con alegría e ilusión, y de esta manera nos ayuden a conseguir nuestro objetivo, que es su educación. Al fin y al cabo hay que cooperar ambas partes para lograr conseguir lo pretendido. Por un lado diversión y por el otro el desarrollo del alumnado.
La manera de llegar al alumno, es interesarte en él. Tiene que ver que se le valora, y que realmente se le quiere ayudar a que mejore.
Palabras clave
Motivación, Atención, Interés, Feedback positivo, Objetivo.
As teachers it is necessary to understand that the pupils do not pay attention and are motivated because yes. It is necessary to look for the way in which they and they feel comfortable being employed at the class, with happiness and illusion, and hereby help us to obtain our aim, which is their education. In the end it is necessary to cooperate both parts to manage to obtain the claimed. On the one hand amusement and for other one the development of the student body.
The way of coming to the pupil, is to be interested in him. It has to see that he is valued, and that really one wants to help him that it improves.
Keywords
Motivation, Attention, Interest, Positive Feedback, Target.
Si uno se para a pensar en cómo funciona la cabeza de un alumno de Educación Primaria que se encuentra en la última parte de su etapa de Primaria (en qué piensa, qué preocupaciones tiene, qué le gusta hacer…), puede que se pregunte: "¿Es esta la mejor manera de transmitirles a los alumnos lo que, como docente, se desea transmitir?"; "¿por qué no se cambia la forma de dar las clases?".
Hay que tener en cuenta varios aspectos a la hora de trabajar con alumnos de estas edades.
Hay ocasiones en las que reunirles y explicarles la actividad o el juego que van a realizar, creyendo que les va a gustar, no es suficiente. Hay que despertar su atención y llevarla a un nivel muy alto con algo que les llame mucho la atención.
Normalmente se trabaja tanto con niños como con niñas, por lo que es difícil llegar a impactar a todos con la misma metodología.
Un día, escuchando a un compañero de la época en la que era estudiante, comentaba que durante una clase de Lengua Castellana y Literatura, el profesor notó que estaban muy distraídos y debió pensar que tenía que hacer algo para reengancharlos, porque si no, podía truncarse la sesión de ese día. De repente, gritó: “¡Ay, mis queridas baldosas!” (refiriéndose a los azulejos de la pared), “¡cómo os quiero yo a vosotras, que sois las únicas que me escucháis!” (con mucho énfasis).
Todos se quedaron mirándose unos a otros y preguntándose: “¿Este tío está loco?”.
Es entonces cuando empezó a respirarse un aire de interés que se contagió por toda la clase; todos mantuvieron la atención hasta que terminó la clase.
El poder de llamar la atención es un gran aliado para el docente. En la actualidad se dice que una persona con este don es alguien que tiene labia.
¿Qué es mejor? ¿Trabajar con una actividad/ejercicio didáctico que es más pedagógico, o con un juego que es más lúdico?
¿Cuál es la mejor manera? ¿Te has hecho esta pregunta?
No siempre realizar una u otra da la clave para que la sesión se realice de la mejor forma posible, sino que el tema que propones sea interesante para el alumno.
Según Llaudes (1987) “a partir de los objetivos propuestos, estructuramos las actividades y tareas a realizar”.
¿Por qué hay que seguir haciendo algo si no se consigue nada a cambio? Uno está todo el día trabajando y dejándose la piel pero no se valora lo que hace, ya sea haciéndole un comentario, o interesándose por él.
Puede que simplemente quiera sentirse bien consigo mismo, porque es útil.
Siempre que se quiera conseguir algo de alguien, uno se debe plantear en lo que pueda estar pensando la persona que está realizando una tarea.
¿Cuántas veces os han podido hacer este comentario los alumnos?
Parece que en estos últimos años estas palabras estén de moda.
En la actualidad, en cuanto los alumnos comienzan a escuchar lo que les tienes que decir, se ponen a criticar la actividad que estás proponiendo.
¿Por qué uno se esfuerza en realizar esta nueva actividad y perder todo este tiempo si luego no le valoran nada? Esta es una pregunta que seguramente se hagan muchas veces los profesores. Es así, ¿verdad?
Lo primero que hay que hacer es no perder la propia motivación. Los alumnos suelen actuar como detectores del sufrimiento y rápidamente se dan cuenta de la falta de motivación que les puede transmitir el profesor.
Según Galán Gil, Dolores-Ángeles (1987), "el profesor es el espejo en el que se mira el alumno" (Surgam. Revista de Orientación Psicopedagógica).
Pase lo que pase el docente tiene que entrar en clase pisando fuerte y mostrando seguridad en lo que hace, dice y tiene preparado. Debe mostrar empatía con el alumnado siendo comprensivo y reflexivo, pero siendo exigente.
Pero centrémonos en lo que trata la cuestión, y no nos vayamos por las ramas.
La frase "¡Ay! ¡Qué pereza!" es compatible con "¡Esto no me renta!", también puesta de moda entre la juventud y que refleja la motivación de un alumno para hacer una tarea o no hacerla.
Como docentes hay que ser capaces de mantener a los alumnos en vilo durante todo el tiempo que dura la clase, y es que señores, esto es el quid de la cuestión. Si el docente es capaz de llamar la atención de los alumnos, tendrá mucho ganado.
Y… ¿qué es la atención?
Pues bien, la atención es el proceso cognitivo en el cual se poponen los sentidos en algo o alguien, mientras que se ignoran otros aspectos.
Cuando en clase se está dando la explicación hay alumnos que escuchan y prestan atención y que se consideran como parte activa de la clase. Otro tipo de alumnos son los que te miran, pero realmente uno no sabe si se están enterando de algo. Por último, están los que directamente están en su mundo de la piruleta mágica y que cuando se les mira el profesor piensa: "¡A saber en qué estará concentrado este tío!".
Pues bien, se puede decir con esto que la atención tiene mucho que ver con escuchar.
A veces no se distingue bien entre escuchar y oír. Cuando escuchas, pones atención a lo que está tratando de decir la persona que tienes delante. Sin embargo, cuando oyes, puede que no estés prestando atención. Te llega el mensaje por tu receptor auditivo pero, en realidad, no prestas atención a lo que está diciendo la persona que tienes delante, por lo que no lo asimilas y esa información, al no retenerla, se pierde. Podríamos decir, como años atrás se escuchaba a nuestros maestros predecesores, "¡estás en las batuecas!".
¡Qué bonita frase!, usada antaño para llamar la atención cuando parecía que el alumno estaba en otro mundo…
Si se sigue enlazando términos, la atención y escucha van unidos a la realización correcta de la actividad que se planteará más adelante. Si se consiguen estos dos primeros pasos en los que atiendan y escuchen, lo lógico es que realicen la tarea correctamente y esto provoca una estimulación en el alumno, haciéndole llegar un mensaje positivo y, en definitiva, un feedback constructivo.
Por el contrario, si el alumno no prestó atención, el docente debe dar al alumno un refuerzo positivo, ya que de lo contrario el alumno puede empezar a decaer en su esfuerzo y descenderá su grado de motivación. Esto quiere decir que motivación y esfuerzo van de la mano.
Pero aquí es cuando entra la palabra intensidad. Este término es bastante subjetivo y difícil de clasificar, ya que depende de las características del individuo y, sobre todo, de la condición física. Para un alumno que realiza una actividad con intensidad alta, una actividad puede ser media y, para otro, alta.
Como determinó Petri (1991), se puede utilizar el término “motivación” para explicar y entender las diferencias en la intensidad y conducta.
Entonces, se puede decir que un alumno que trabaja con una buena intensidad es un alumno que está motivado, en el que se puede ver una conducta positiva a la hora de trabajar en las actividades marcadas por el docente, lo que conlleva finalmente al objetivo u objetivos que previamente el docente marcó para llevar a cabo su planificación.
A continuación se muestra un pequeño esquema para ver la conexión de los aspectos que se han tratado:
Se capta la atención del alumno, con lo que empieza a haber un interés por parte de éste hacia lo que está explicando el docente. Es aquí cuando se produce una escucha del alumno para llevar a cabo posteriormente la actividad marcada por el docente.
Al haber escuchado, el alumno realiza el ejercicio correctamente y recibe un feedback positivo del profesor, que le conduce a corregir los aspectos que tiene que pulir, realizando el ejercicio con una buena intensidad, lo que acaba llevando a la consecución del objetivo que se había marcado el profesor.
Esto que parece tan fácil es difícil de conseguir en el 100% del alumnado, ya que cada uno tiene sus intereses y motivaciones.
Siempre vamos a encontrar alumnos a los que les encanta la asignatura de Educación Física y otros a los que no tanto.
La clave es conseguir enganchar a los alumnos que no le dan tanta importancia o que no muestran tanto interés en la asignatura, ya que puede hacer que el resto no trabaje adecuadamente.
Esto quiere decir que el factor principal que hace que un alumno se esfuerce o no es la motivación. Y como se ha mencionado antes, la motivación es lo que hace que el alumno se esfuerce a la hora de realizar una tarea y que se produzca un aumento de intensidad.
Uno de los objetivos que el profesor tiene que lograr es que sus alumnos estén motivados y esto dependerá del correcto funcionamiento de la clase.
Según el Real Decreto 126/2014, de 28 de febrero, en su artículo 10, "se deberán adoptar las medidas adecuadas para que la actividad física forme parte del comportamiento infantil. Se promoverá la práctica diaria del deporte escolar y ejercicio físico por parte de los alumnos y alumnas durante la jornada escolar”.
Aquí habla de una palabra clave: comportamiento. Esto significa que hay que ser capaces de llegar al alumno y hacerlo de una manera en la que le divierta. Al fin y al cabo, todo aquello que a la persona le gusta es lo que al final acaba haciendo.
Por lo que si se quiere conseguir el objetivo hay que ser capaces de motivarles, tratando de realizar la actividad de la manera más lúdica que se pueda para conseguir que estén motivados los alumnos.
Para ello, el profesor también se debe involucrar en la tarea que está realizando. Debe ser uno más de la clase. Al fin y al cabo, el alumno ve al profesor como una referencia y es importante que a la hora de explicar el ejercicio o juego lo realice el docente e incluso se pida colaboración a los alumnos para que se empiecen a implicar en la tarea a realizar mostrando un buen estado de ánimo en la clase.
En la vida cotidiana, cuando una persona se siente útil es cuando da más de sí misma, por lo que hay que hacer que los alumnos se sientan importantes.
Hay que ser creativos; no se pueden realizar siempre los mismos ejercicios y juegos porque, de lo contrario, el alumno puede perder el interés. El profesor debe ser capaz de introducir variantes y de ser creativo a la hora de proponer la actividad. Para Ibáñez, S. (1999), “la novedad suele ser atractiva para los alumnos”.
Siempre hay que tener en cuenta el nivel desde el que parten nuestros alumnos, ya que si no son capaces de realizar el ejercicio, el interés y esfuerzo del alumnado decaerá. Por otra parte, hay que conocer los gustos de la clase para tratar de engancharlos en la actividad.
Además, en estas edades los alumnos reclaman mucho la atención y aprobación del profesor, y dicen “mira cómo lo hago”, “¿lo hago bien?”. Hay que reconocer los logros de los alumnos y estar animando a todos durante la sesión. Hay que ser miembros activos de la clase.
En cuanto a la dificultad, hay que ser capaces de disponer de varios grados para que los alumnos que vayan peor sean capaces de lograr los mínimos y de estimular a los que vayan más aventajados.
Aparte de usar la instrucción directa, uno de los objetivos es el espíritu emprendedor, que es una de las competencias. Se debe dejar libertad y dar iniciativa a los alumnos para que desarrollen su creatividad. No hay que controlar siempre todo hasta el más mínimo detalle.
Hay numerosos estudios en los cuales se explica cómo llevar a cabo una clase de Educación Física.
Por un lado, en la edad de las escuelas, destacaron la neosueca por Elli Börksten, la gimnasia natural austríaca de Karl Gaulhofer y Margaretet Streicher y la de Jean Le Boulch con su método psicocinético entre otras.
Más tarde, surgieron la escuela tradicional y la escuela moderna, para llegar al actual método pedagógico teorizado por Blázquez, D. (2013).
Todas tenían más o menos la misma estructura pero cambiando pequeños aspectos según el ideal de la época.
Esta estructura consta la llamada "parte inicial", en la que se realiza un pequeño calentamiento e introducción de la clase. La "parte principal", donde se trabajarán los objetivos de la sesión. Por último, "la vuelta a la calma", en la cual se volverá a las pulsaciones iniciales.
Todo esto es teoría, pero… ¿Cómo partiendo de esta base consigo que mi clase funcione correctamente y que mantenga una motivación adecuada?
Echando la vista atrás, hay que tener en cuenta que las clases duran 1 hora, pero se pierde tiempo entre que bajan de clase y se visten.
Lo que sí se puede hacer para que vayan entrando en dinámica de clase es asignarles la tarea, como, por ejemplo, ayudar con el material. De esa manera empezarán a sentirse involucrados. Pero claro, hay que tener el material preparado y asignado sin dejar nada a la improvisación.
Habrá que mirar quiénes son los indicados para llevar a cabo esta función.
Para ello, se habrá realizado un estudio de los comportamientos de los alumnos de nuestra clase para ver quién necesita más este rol, al tener tendencia a despistarse, y que de esta forma nos ayude en nuestra tarea de docentes.
Una vez que han bajado y está todo el material preparado, se dispondrá de unos 50 minutos, por lo que se introducirá la parte inicial de calentamiento.
Los alumnos suelen venir eufóricos. Para centrarles y que liberen la tensión acumulada se empieza con un par de juegos en los que hagan que comiencen a funcionar los músculos. Serán ejercicios en los que haya carrera para que después de unos 5 minutos estén calmados y, de este modo, se les explique la tarea a realizar en la sesión. En este proceso, se aprovecha para movilizar articulaciones y que no se produzcan lesiones (5minutos).
Una vez realizado esto, se les planteará un tema que tenga que ver con sus gustos, para mantenerles centrados, y dará comienzo la parte principal.
Al principio de la sesión es cuando están más centrados y ponen más atención. Se buscará trabajar el objetivo principal, que será el más complicado de todas las tareas.
Al empezar a realizarlo hay que estar muy encima de los alumnos y darles siempre feedback positivo a cada uno de ellos, pero también diciéndoles al menos un aspecto a mejorar. De este modo, al sentirse bien por el resultado obtenido trabajarán a buena intensidad, realizando la actividad de manera correcta y, por consiguiente, sintiéndose valorados.
La "parte principal" constará de 30 minutos. Al final necesitaremos otros 5 minutos para realizar los estiramientos y 10 para recoger material y volver a clase.
En esta "parte principal", que es la más compleja, se trabajará durante 10 minutos.
Una vez asimilados los conceptos, lo ideal es que sigan afianzándolo mediante algún juego en el que lo pongan en práctica con los compañeros, ya sea en parejas, tríos o por grupos. Con un par de juegos en los que trabajen 5 minutos en cada uno, haremos que sigan motivados y centrados.
Se introducirá la competición, ya que para mejorar se debe competir. Sin competir te aburres, porque trabajas para ver resultados y estos los ves cuando tienes oposición delante. Se propondrá a los alumnos que por equipos practiquen lo dado en clase. Se introducirá un juego o deporte en el que puedan practicar lo trabajado en clase.
Se realizará la "vuelta a la calma", que consistirá en bajar pulsaciones de los alumnos con estiramientos, de una forma activa, preguntándoles por los músculos a trabajar o sobre lo que han realizado en clase para ver cuáles han sido sus impresiones y que, de esta forma, se sientan importantes.
Para terminar, otros compañeros que no ayudaron a traer el material ayudarán a recogerlo, dando por concluida la sesión.
Ponte en lugar del alumno: los estudios realizados hasta la fecha muestran que cuando damos al alumno lo que quiere, se siente involucrado, se implica y se siente importante. Esto es realmente lo que significa la motivación.
Conclusiones
Esta no es ni mucho menos la receta mágica que siempre funcione, pero hay que ver qué tipo de clase es y seleccionar la mejor forma en la que podrá trabajar el grupo. Algunas veces funcionará muy bien y otras veces no lo hará tanto, pero ve con alegría, diviértete dando la clase e interésate por tus alumnos. Esa es la primera clave de un alumno motivado.
Un alumno querido, es un alumno comprometido.
Blázquez, D. Diez competencias docentes para ser mejor profesor de Educación Física. La gestión didáctica de la clase. Barcelona: Inde, 2013.
Llaudes, M (1987) Características, taxonomías y factores que afectan a la complejidad del ejercicio físico desde el punto de vista evolutivo y del aprendizaje. CD INEF. Granada.
Galán Gil, D. A. El profesor es el espejo en el que se mira el alumno. Surgam. Revista de Orientación Psicopedagógica. Septiembre de 2016 | n.º 367 | PADRES Y MAESTROS | 57.
Ibáñez, S. La motivación en las clases de Educación Física. EFDeportes.com, Revista Digital. Buenos Aires, n.° 17, 1999. http://www.efdeportes.com/efd17a/motiv.htm.
Paglilla, D. y Zavanella Díaz, A. La motivación del deporte. Psicologia-online.com. 2005.
Petri, H. L. Motivation. Theory, Research, and Applications. Belmont, California: Wadsworth Publishing Company, 1991. http://reme.uji.es/articulos/numero20/1-palmero/texto.html.