Una mirada creativa amplía horizontes »
26/06/2019 por Lidia Román Jiménez

El desafío: no poner límites

 

Encuentra a cada paso de la historia de la vida, en los momentos que suceden desde que nace a un mundo sorprendente el neonato, multitud de oportunidades para observar y desarrollar la creatividad. Coyunturas que nos hace tan humanos y “mágicos” al mismo tiempo. ¿Qué impide la evolución de este potencial creativo? Somos conocedores de la belleza de lo original, de la importancia de innovar, de lo maravilloso de la fantasía y de la relevancia de poseer la capacidad de ofrecer diferentes respuestas ante un suceso. Sin embargo, crecemos inmersos en un mundo que, más de lo que nos gustaría, valora una única respuesta correcta, sin cabida aparente de otras muchas, que, aunque posibles, quedan ocultas tras un temor invisible de salirse de lo esperado. Por ello, la escuela como agente socializador tiene las herramientas y la oportunidad de convertirse en un lugar donde la mirada creativa se estime.

Palabras clave

Creatividad, imaginación, divergente, capacidad, desarrollo.


He thinks to every step of the history of the life, in the moments that they happen since the neonato is born to a surprising world, multitude of opportunities to observe and to develop the creativity. Conjunctures that it makes to us so human and “magic” at the same time. What does prevent the evolution of this creative potential? We are connoisseurs of the beauty of the original thing, of the importance of innovating, of the wonderful of the fantasy and of the relevancy of possessing the aptitude to offer different answers before an event. Nevertheless, we grow immersed in a world that, more than he us would please, values the only correct response, without apparent content of great others, that, though possible, they remain secret after an invisible dread of leaving of the awaited thing. For it, the school like agent socializador has the tools and the opportunity to turn into a place where the creative look is estimated.

Keywords

Creativity, imagination, divergent, capacity, development.


1. Introducción

La creatividad nos ofrece un universo de alternativas, una visión más amplia que nos regala la oportunidad de mirar desde otra perspectiva y de distintas formas. Además, como destaca Ken Robinson -educador, escritor, conferenciante británico y doctor en la Universidad de Londres- en su obra El Elemento “Descubrir tu pasión lo cambia todo” (2009). Es decir, cuando una persona descubre lo que él denomina “El Elemento”, lo que despierta su pasión, encuentra aquello que quiere realizar y lo que quiere ser en la vida de una forma intensa, hace posible su propósito. Cuando planteamos una actividad creativa, por lo general, existen grandes diferencias entre la respuesta que llevaría a cabo un niño y un joven universitario. El pequeño, la desarrollaría con entusiasmo, tiñéndola de fantasía e imaginación, sin poner “límites”, sin miedos, haciendo posible lo imposible. Sin embargo, el adulto mostraría –en su actividad-, a un soñador titubeante constreñido por un duro crítico que lo limita. ¿Qué ha ocurrido? ¿Qué o quién ha limitado el potencial creativo? Generalmente, cuando pensamos en dicho talento se nos viene a la mente la idea del mismo como algo estrechamente vinculado a lo artístico, y únicamente allí podremos desarrollarlo. Sin embargo, nada más lejos de la realidad. El ser humano puede llegar a ser creativo en todo lo que acontece en su interior y a su alrededor. No podemos, ni debemos poner vallas al contexto en el cual desarrollemos nuestra imaginación y nuestra capacidad de hacer de un modo distinto y original, potencial que sorprende y despierta entusiasmo y que marca un punto de referencia que ayudará a evolucionar a una sociedad que clama a individuos más resolutivos.

Todos venimos dotados de esta maravillosa habilidad que, lamentablemente, vamos soterrando por un exceso de disciplina en este campo, dejando encerrada nuestra libertad de expresión creativa bajo los dominios de lo que creemos debe darse como respuesta o se ciñe más a la realidad. Pablo Ruiz Picasso -pintor y escultor español- decía: “Todos los niños nacen siendo artistas; el problema es seguir siendo un artista cuando crecemos”.

Imagen 1. Sorprendido y despierto ante lo creativo

2. ¿Qué es la creatividad?

Resulta difícil definir con palabras aquello que muestra tanta riqueza y versatilidad, que nos invita a ser libres y a despertar de nuestro letargo avocándonos al entusiasmo y a la productividad. Podría decirse que la creatividad es la habilidad para inventar, para desarrollar nuevas ideas produciendo respuestas originales. Una capacidad intelectual muy importante a la hora de ser creativos es el “pensamiento divergente” o la “imaginación constructiva”. Es un proceso mental que se origina desde la imaginación y abarca, a su vez, distintos procesos mentales entrelazados.

El Dr. Álvaro Bilbao expone en su libro El cerebro de los niños explicado a los padres (2015) que “Los neurocientíficos creemos con pasión que el verdadero tesoro de la mente humana es su capacidad para adaptarse y solucionar problemas nuevos. Ambas habilidades dependen en gran medida de la creatividad” (p. 270). Cuantiosos estudios al respecto manifiestan que dicha destreza, a diferencia de otras funciones cognitivas, tienen un período de gran relevancia durante la infancia y va en detrimento a medida que el niño crece.  El cerebro de los más pequeños es más creativo que el de los adultos porque aún no se ha visto censurado por los convencionalismos sociales. A pesar de la indiferencia o la falta de atención que le dedicamos comúnmente a este potencial inherente a la persona, resulta ser sumamente importante para la vida. Todo ser humano, en su mundo laboral, en las relaciones sociales o afectivas, necesita haber desarrollado una buena capacidad creativa que lo habilitará para resolver más eficazmente los problemas o decisiones a los que se enfrente. Un contexto de libertad, donde podamos observar ejemplos de actitud creativa, donde se valore el proceso más que el resultado, en el cual se provoquen tiempos “vacíos” de actividades ya estipuladas y marcadas, en el que no interfiramos uno sobre los otros con el objeto de dejar salir el soñador que cada uno lleva dentro, generará individuos más decididos y animados a desarrollar nuevas y originales ideas.

Lucas Raspall, médico psiquiatra, psicoterapeuta y profesor universitario, en su obra Neurociencias para educadores. Mucho más que cerebros… ¡personas! (2018), afirma que: “La creatividad es una capacidad que todos tenemos, una competencia que se puede entrenar y potenciar. No se trata de un rapto ocasional que llega desde afuera ni de un don interno para solo unos pocos elegidos” (p.159). En definitiva, la creatividad podría decirse que es una destreza de gran utilidad que dotará al ser humano de recursos novedosos, tanto para afrontar los acontecimientos, como para embellecer el entorno del que disfruta.

3. Hogar creativo, fuente de inspiración

La inspiración es el estímulo o lucidez que aparece de repente y que siente una persona favoreciendo la creatividad, las soluciones a problemas, las ideas para emprender o construir. En el hogar, desde la familia, se puede y debe poner la semilla para hacer crecer dicho talento innato, evitando su pérdida con el paso del tiempo. El contexto que envuelve a una persona en la infancia es decisivo, por ello, el papel de los padres ha de ser el de provocar en sus hijos la curiosidad, el deseo de descubrir e innovar. A pesar de una cierta predisposición genética más destacada de autoconfianza, flexibilidad, proactividad e imaginación, la creatividad puede ser cultivada. Sin duda, si los progenitores se muestran innovadores en las tareas que desempeñan en el hogar, los hijos aprenderán a serlo -gracias a las “neuronas espejos” el cerebro del pequeño practica y aprende las conductas que muestran sus padres-. Cualquier acción es posible llevarla a cabo de un modo creativo, desde cocinar un plato con ingredientes y aspecto original, hasta el modo o el momento de degustarlo -improvisar una acampada, por ejemplo-, diseñar caminos diferentes cada día para ir al cole, fabricar cajitas originales para ordenar la habitación, cambiar el mobiliario, debatir sobre las normas o los cuidados del medio ambiente en el hogar, diseñar cuadros de tareas originales para la colaboración doméstica, así como inventar modos para contar historias o viajar sin salir. Este tipo de actividades y muchas otras realizadas en casa junto a los hijos despertarán en ellos el anhelo de ser novedosos en sus actos. El proceso creativo necesita cortar con la rutina, crear “mapas” nuevos que nos liberen para observar la realidad de un modo distinto. Generar confianza es esencial y para ello los adultos deben hacer un ejercicio de autocontrol evitando optimizar todo aquello que elaboran sus pequeños. No olvidemos que si los niños perciben que ser creativo es “peligroso” para su autoestima el resultado será justamente contrario. Valorar la belleza de lo distinto e invitar a la exploración y al ingenio será clave.

4. Creatividad en la escuela, ¡maravilla!

¡Badabín badabón que la escuela mole un montón…! Sería maravilloso que, con solo pronunciar estas palabras “mágicas”, todo lo que acontece en un centro fuese capaz de “atrapar” la mente de los discentes motivándolos para un auténtico aprendizaje. La realidad es que debe trabajarse a fondo para que esto se desarrolle y la brillante noticia es que es posible.

Despertar en el alumnado admiración, asombro, interés, curiosidad, requiere “envolver” la práctica educativa de una extraordinaria creatividad y un fuerte deseo de innovar, siendo valientes, no poniendo limitaciones. Si se pretende conseguir desarrollar este potencial es necesario que tanto las personas, las actividades, el ambiente y los recursos en general, se expongan de un modo original y motivador. Solo de esa forma se provocará en los niños el afán de ser creativos y el convencimiento de que ello tiene valor en la sociedad. Como decía Einstein: “La lógica puede llevarte desde el punto A hasta el punto B, pero la imaginación puede llevarte a cualquier lado”. Por ello, desde la escuela se debe proporcionar herramientas para expresar la creatividad ofreciendo un espacio para soñar con diferentes instrumentos de construcción, cámara de fotos, pinceles, plastilinas, materiales de reciclaje, cajas de cartón, distintos objetos naturales o utensilios a los que se deba dar un uso diferente al convencional. Hay que ofrecerles libertad para la elección de actividades, lecturas, dibujos, audiciones, juegos… Este “regalo” -el de las diferentes alternativas- potencia su deseo de aprender y de expresarse, es una cuestión de confianza en sus elecciones que dotará a la persona de una mayor seguridad y autoestima positiva. La demostración de una actitud creativa, por parte del docente, ante cualquier situación que acontezca, ayudará a que los pequeños aprendan este modo de proceder, evitando frustraciones ante cualquier problema. Si el docente cuando se encuentra ante una situación repentina, se para y la resuelve de forma creativa y sin dar muestra de desequilibrio porque las cosas cambiaron de lo previamente programado, invitará a sus alumnos y alumnas a resolver situaciones de modo más reflexivo y original. Es importante enfatizar siempre el proceso más que el resultado. Como ejemplo, cuando los discentes elaboran una manualidad para casa, no se debe pretender que el resultado sea perfecto, sino que en el transcurso se consiga que se disfrute del proyecto, de la compañía y que se experimente con diferentes técnicas y materiales. No interferir demasiado y ayudar a que conecte su “wifi creativo”, elevará las posibilidades de acciones innovadoras por parte de los sujetos. Insertar la creatividad y un currículo más centrado en las motivaciones del pequeño en la programación académica es, sin duda, una gran ventaja para la asimilación de conocimientos, ya que gracias a la neurociencia se conoce que el cerebro aprende más y mejor si se es capaz de emocionar al individuo en su proceso de aprendizaje.

 

Imagen 2. Abre paso a la creatividad

Para lograr que el alumno sea más creativo es una buena opción promover en el aula la búsqueda del conocimiento por descubrimiento, convertir el espacio en un lugar “vivo” donde se desarrollen las llamadas “comunidades indagatorias”. Es esencial invitar a los discentes a descubrir y explorar sus dones para potenciarlos. Del mismo modo, una vez encontrados es básico que sean capaces de reconocerlos públicamente, lo que les ayudará a valorarse y ser valorado. El objetivo es avivar sus estimas y hacerlos capaces de comunicar positivamente y de modo original. Por ejemplo, invitarles a subir a un lugar algo elevado para poder expresarse más visiblemente contribuirá no solo a ser observado mejor, sino a ganar confianza para construir e innovar.

 Angélica Sátiro, pedagoga y escritora, experta en filosofía para niños y creatividad, afirma que: “Crear es generar más, nuevas y mejores ideas con valor”. No existen personas creativas y otras que no lo sean; se trata de haber desarrollado, en mayor o menor medida, esta habilidad que todo ser humano posee. La sociedad generalmente nos instruye para dar una única respuesta como válida, no nos invita a arriesgarnos con algo diferente. Por ello, desde pequeños se debe estimular el interior creativo para potenciar respuestas novedosas e ingeniosas, sin miedo a manifestarlas ni a equivocarse, acompañado todo de un ambiente creativo y estimulante. Si el entorno siempre tiende a repetir lo mismo no desarrollaremos dicha capacidad. Es fundamental que recordemos que la capacidad creativa no es exclusiva del campo artístico. Cualquier acción, actividad, espacio, objeto… puede dotarse de la misma. No existe ciencia, pensamiento, idea sin la capacidad creativa. El aula debe propiciar el intercambio de puntos de vista favoreciendo que todos se vean -se miren- y se escuchen con atención, predisponiendo así a una formación cerebral social y más rica. No debemos olvidar que cada pequeño ser humano nos brinda la oportunidad de generar, de innovar, de descubrir, de mejorar, de, en definitiva, crear. Inventar historias fantásticas, representar cuentacuentos, decorar el aula de un modo sorprendente, recibir a los alumnos de forma original, inesperada, elaborar un maletín de sorpresas de la unidad a trabajar, intercambiar roles, proponer absurdos y disfrutar de algo que sucede sin previo aviso dando un giro al proyecto, hará crecer esa magia interior, esa maravilla que provocará asombro -emoción- y, en consecuencia, aprendizaje.

Imagen 3. La magia de crear. Cuentacuentos: El árbol que no tenía hojas (adaptación del cuento de Fernando Alonso por Auxiliadora Castillo García).

El desarrollo de la creatividad construirá personas más autónomas y competentes. Dicha habilidad se debe trabajar de por vida, evitando una instrucción estricta del individuo, ya que ésta provocaría como resultado una persona heterónoma, dependiente. Resultan muy clarificadoras las palabras que escribe el doctor Miguel Ángel Santos Guerra para concluir su artículo “El ingenioso examen de Niels Bohr” -publicado en La Opinión de Málaga en su blog “El Adarve” el 04/08/2018- con las que afirma: “Creo que lo que llamo respuesta convencional ha hecho mucho daño a la evaluación. Repetir. Repetir lo que se espera y se exige. Sin invitar a pensar, a cuestionar, a indagar”.  Por el contrario, una metodología que fomenta la originalidad, formará seres humanos más seguros y comunicativos con mayores posibilidades de triunfo académico y personal. No olvidemos que la escuela es un agente socializador con la gran capacidad de germinar y hacer crecer los cambios para un prometedor futuro.

5. Conecta tu “wifi creativo”

¡Sí! Localicemos el interruptor y pongámonos a trabajar en ello. Vivimos en un mundo globalizado que nos permite conocer, a casi tiempo real, todo aquello que tiene lugar. Estamos rodeados de estímulos que persiguen captar nuestra atención armados de ingenio, originalidad e innovación. Sin embargo, generalmente caminamos en la vida con un “piloto automático”, previamente programado, respondiendo a los acontecimientos o interrogantes del modo esperado. El mundo necesita de propuestas y soluciones creativas. En el ámbito académico, profesional, de alimentación, de automoción, en la medicina, en lo referente al cuidado del medio ambiente, en el tipo de energía que se utiliza, el modo de vivir, viajar, relacionarse, en el deporte… se hace necesaria la intervención de personas con grandes dotes creativas. Destacar que cualquier ámbito puede ser creativo, se hace tangible en Kizen Ju Jitsu, disciplina marcial que innova, que se nutre de todo tipo de recursos -pedagógicos, psicológicos, neurocientíficos, filosóficos…- para instruir en este útil arte que forma a seres humanos más seguros y resolutivos. La creatividad de su proceso de enseñanza enriquece en el conocimiento del cuerpo, de los movimientos, del espacio…, haciendo fácil el dominio de técnicas que potencian personas con nuevos recursos y una mejor autoestima.

Por todo ello, desde la neurociencia se expone algo muy curioso. Nuestra joven sociedad se está viendo expuesta a un exceso de ocupación que impide el desarrollo de otras habilidades. Incluso se habla del peligro de una tecnología mal usada, “sometiendo” a los jóvenes, a edades cada vez más tempranas, a una fuerte dependencia de la misma. No es cuestión de desterrar tan útil instrumento que nos ha facilitado en cierto modo la vida y lo continúa haciendo, sino de emplearlo de un modo correcto. Cada vez los niños y las niñas, a más corta edad, son expuestos por adultos a juegos digitales que los entretienen, evitan su aburrimiento y, por qué no decirlo, facilitan un tiempo alternativo a los mayores. Sin embargo, muchos neurocientíficos mantienen lo valioso del aburrimiento. Los pequeños que se aburren ponen en marcha su “wifi creativo”. Cuando sus cerebros comienzan a aburrirse, activan su imaginación para buscar cómo entretenerse. Si el aburrimiento no llega, porque el niño ocupa su tiempo de ocio exclusivamente con la televisión o los videojuegos, su creatividad quedará soterrada por la falta de oportunidad de manifestarse.

Imagen 4. Imaginando historias

Heike Freire, psicóloga, filósofa y pedagoga, manifiesta en su entrevista en Aprendemos Juntos “La naturaleza como maestra” que al ser humano le gusta la exploración, el descubrimiento, y viene predispuesto para crear cosas; lo que ocurre es que no le damos la oportunidad. Del mismo modo, afirma que el juego libre es un instinto. Hay científicos que argumentan que tenemos el cerebro tan desarrollado gracias al juego. Somos -según Freire- “homolúdicus”. Es el juego el que crea la cultura, el que nos permite aprender mediante el ensayo-error, el que origina los símbolos, el que nos ha hecho idear y evolucionar. Freire defiende que el juego libre en la naturaleza, con materiales de la misma, con “trocitos de cosas”, desarrolla la imaginación. Un palo, por ejemplo, puede ser una caña de pescar, una lanza, una barita o un bastón. Si, de un modo artificial, quisiéramos que el pequeño tuviera todos estos utensilios para el juego, tendríamos que comprar los distintos objetos. Sin embargo, la naturaleza “obsequia” al pequeño la posibilidad de “abrir su mente”, de desarrollar su talento imaginativo. El contacto con lo natural provoca en los infantes una conexión especial con lo creativo. La unión con el hábitat es esencial para activar nuestra fantasía y el ingenio. Además, dicho vínculo nos enriquece con aprendizajes y recuerdos imborrables. Cuántas veces hemos pretendido “volver a pasar por nuestro corazón” instantes de la niñez y, en su mayoría, éstos sucedieron en un entorno natural -día de campo, playa, navegando, subiendo a la montaña, …-. Inténtalo, ¡ya verás!

Imagen 5. “Trocitos de cosas”

6. El desafío: no poner límites

Mostrarse ingenioso, innovador, original, tanto para crear como para resolver un problema, requiere además de salirse de lo tradicional, del esfuerzo y del trabajo, franquear unos “cercos cognitivos” que nos impiden mostrar algo diferente, inesperado. Se trata de cambiar la perspectiva, el foco y empezar a dejar salir al “soñador”, permitiendo así, como padres y educadores, que los más pequeños aprendan que ser creativo no es temerario sino, más bien, deseable y necesario.

Cuando se hace mención a no poner límites, no se manifiesta que las normas no sean precisas. Es más, éstas son imprescindibles para la sociedad, y para el niño o la niña en particular, ya que transmiten seguridad. Nos estamos refiriendo a la imaginación, que en más de una ocasión se ve sometida por un “crítico” personal que se ha desarrollado en nuestro interior debido a los convencionalismos sociales.

Sería importante que reflexionáramos cuando, ante una creación infantil, intentamos “optimizarla” si ha sido diseñada de un modo que se escapa de nuestra “mirada de la realidad”. Por ejemplo, si un niño pinta un sol azul la intervención del adulto sería la de marcarle que debe pintarlo de amarillo porque se representa así. Sin embargo, deberíamos cambiar nuestra manera de interferir, no para modificar, sino para conocer los motivos que lo han inspirado a hacer algo distinto u original. Seguro que nos sorprende la respuesta, revelándonos e incluso regalándonos ideas para futuros proyectos educativos o de ocio.

La maravillosa creatividad no debe ser limitada, ya que es sin duda un valioso instrumento que posee el ser humano y que lo dota, entre otras muchas cosas, de alternativas ante la vida.

Recientemente, la neurociencia se ha interesado en el estudio del llamado “pensamiento divergente”, que se define como la capacidad de ver alternativas. Dicho pensamiento no es sinónimo de creatividad; es una habilidad intelectual muy relevante para ser ingenioso, creativo. Existen tests que evalúan este tipo de pensamiento. Estas pruebas consisten en mostrar algún objeto -por ejemplo, un ladrillo o un clip- y se les pide que piensen en todos los usos que podría tener, más allá del habitual. Los resultados han mostrado que un adulto tiene un promedio de quince utilidades -cuanto menor sea la edad del sujeto el número de alternativas es muy superior-. A pesar de que los mayores dan respuestas más lógicas, cabe destacar en número y originalidad las que dan los más pequeños. Sin embargo, personas altamente creativas son capaces de decir unas doscientas. Esto muestra que la creatividad, su desarrollo, es muy útil en la vida. Por ello, nuestro desafío, nuestro objetivo, debe ser potenciarla sin poner límites basados en la respuesta que nos han inducido como correcta. De hecho, debemos hacer posible que diversas soluciones a distintos interrogantes tengan cabida, promover individuos atrevidos, sin miedo a arriesgarse. No olvidemos que los grandes descubrimientos e inventos han tenido lugar gracias a seres humanos altamente creativos que han querido contribuir y mejorar su entorno, el mundo, que han ido más allá de lo pautado, que han sido “inconformistas” y luchadores.

Conclusiónes: que no desvanezca

Afirmar que una mirada creativa amplia horizontes es evidenciar que el ser humano necesita del ingenio para construir una sociedad que evolucione, que innove, que, en definitiva, crezca en la construcción de una vida más plena y feliz. No podemos conformarnos con la inercia de los acontecimientos, ni tener temor a desarrollar ideas originales. Ser creativo enseña a ser creativo. Como afirmaba la Madre Teresa de Calcuta “No te preocupes si tus hijos no te escuchan… Te observan todo el día”.

La creatividad es una capacidad fundamental que traemos “de serie”, pero si no la ponemos en práctica, si no la utilizamos y desarrollamos, acaba siendo una habilidad “débil”, casi ausente. Como ya se mencionó, los niños son grandes maestros y por ello, lejos de frenarla con lo que se considera adecuado y esperado, debemos avivarla. Nuestro fin debe ser, sin duda, el de evitar que esta desvanezca. El aprendizaje, la belleza del entorno, la innovación en cualquier campo, se verán recompensados.

El doctor Miguel Ángel Santos Guerra, en La Opinión de Málaga, El Adarve (El blog de Miguel Ángel Santos Guerra), en su artículo titulado Innovar o morir, publicado el 6 de mayo de 2017, manifiesta que “La innovación no consiste en hacer por hacer, en cambiar por cambiar, en una concatenación de actividades y proyectos nuevos. No consiste en cambiar por cambiar. Innovación no es activismo. La innovación, para ser educativa, tiene que estar penetrada por la racionalidad y por la ética”.

            “Si se puede soñar se puede lograr” afirmaba el productor, director, guionista y animador estadounidense más famoso de todos los tiempos Walt Disney. Él dividió el proceso creativo en tres etapas que consistían en la intervención -dentro de dicho proceso mental- de “un soñador”, “un realista” y “un crítico”. El soñador debía dejar volar su imaginación sin límites. Luego, daba paso al realista que analizaba lo posible, lo realizable. Por último, el crítico que evaluaba el plan y analizaba las dificultades que se podrían presentar. Para unificar este proceso Disney empleó el término “Imagineering” que podría traducirse como Ingeniería de la Imaginación. Un sueño sin la fase realista o crítica no podría hacerse real, pero el sueño debe dejarse salir primero. Nos instruyen para ser realistas o críticos, sin embargo, la sociedad necesita, cada vez más, muchos soñadores de ideas con talento.

En definitiva, construyamos un mundo maravilloso formado por personas valientes para manifestar su creatividad, sin límites que apaguen la misma, capaces de reinventar un mundo siempre mejor. Ahora, ¡adelante!

Bibliografía

Libros

  • Bilbao, A. (2015). El cerebro del niño explicado a los padres. Cómo ayudar a tu hijo a desarrollar su potencial intelectual y emocional. Barcelona: Plataforma Editorial.
  • Raspall, L. (2018). Neurociencias para educadores. Mucho más que cerebros… ¡personas! Argentina: Homo Sapiens ediciones.
  • Robinson, K., Aronica, L. (2009). El Elemento. Descubrir tu pasión lo cambia todo. Barcelona: Grijalbo.

Revistas

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